“El shuco auténtico” se puede disfrutar en Nejapa

Mercedes Amaya, de 78 años, y su hijo José Mauricio tienen 30 años de elaborar esa bebida tradicional.

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Mercedes Amaya Cartagena, de 78 años comercializa atol shuco desde hace 30 años en la ciudad de Nejapa. Foto EDH/ Menly Cortez

Por Enrique Carranza

2019-02-08 9:30:11

“Deme uno y dos panes francés, le pone frijoles y chile”, indica Manuel Torres a la niña Menche. La frase puede sonar familiar, pero en Nejapa adquiere otra dimensión.

Ella toma un pequeño huacal de morro y lo introduce en una olla de contenido humeante, extrae un líquido gris-rojizo, lo deposita en otro huacal de morro y lo mezcla con alguashte y pocos granos de sal.

Antes de entregar la bebida a Manuel, la niña Menche le coloca una cucharadita de frijoles y gotas de chile, ese último permanece almacenado en un bote transparente que deja ver lo rojo de los chiles machacados y sus semillas. Solo de observarlo, calienta el paladar.

En breve, Manuel, quien es un jornalero y regresa de trabajar, con rostro de satisfacción, comienza a “chuponear” su atol shuco.

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El mausoleo donde sucedieron los hechos está considerado como patrimonio cultural de la ciudad.

“Siempre paso, a veces toca esperar un poco, pero lo vale. Cuando no saca venta, hace falta”, comenta Manuel.

Mercedes Amaya, de 78 años (niña Menche como es conocida por sus clientes) y su hijo José Mauricio Amaya tienen más de 30 años de vender atol shuco en el centro del municipio, por décadas al costado de la iglesia, y desde enero de 2019 frente a su casa, en la calle ubicada atrás de la unidad de salud.

El atol shuco, o simplemente shuco, es una bebida caliente típica salvadoreña. Es preparada con masa de maíz fermentado, agua, sal y alguashte. La receta original es con frijoles negros conocidos como “frijoles varillas” o “frijoles monos”.

“Es una herencia de familia, de pequeña veía como mis tías lo hacían y así aprendí”, dice Mercedes, quien es sonriente y bastante platicadora al momento de atender su pequeño negocio llamado El shuco auténtico”.

El secreto de Menche

El atol shuco que vende Mercedes no es ácido, como se acostumbra en la mayoría de lugares, pero su sabor es acentuado y agradable.

Ella comenta que en el proceso no deja que el maíz se haga ácido y eso mejora el sabor final; también relata que ella se encarga de preparar el alguashte, desde tostar la semilla de ayote y molerlo hasta preparar la pasta del mismo.

“Él (José Mauricio) se encarga de ir al mercado a comprar los materiales y después los lleva al molino, como yo ya no puedo andar mucho en la calle…”, explica Mercedes.

Cuando Mercedes comienza la venta, al filo de las 4:00 de la tarde, es quizás uno de los momentos más esperados durante las tardes en ese municipio, jóvenes, adultos y hasta niños la esperan con ansias.

El precio de la porción del preciado atol ronda los 50 centavos, con un valor adicional por el pan francés. “Quizás lo más tarde que terminamos la venta es a las 7:00 de la noche”, concluye Mercedes, con su particular sonrisa y amistad.