Mujeres del área rural, con más desventajas para encontrar empleo formal

Los jóvenes de la zona rural tienen desventajas frente a los de la ciudad, una de ellas es la falta de opciones para continuar con sus estudios superiores, además del nulo acceso al mundo laboral, según un estudio del PNUD.

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Foto EDH/ Menly Cortez

Por Evelia Hernández

2019-01-02 7:53:37

CHALATENANGO. Roxana es una joven del cantón Jahuataya, caserío Los Pozos, del municipio de Nueva Trinidad, Chalatenango. A sus 17 años se esmeró para sacar el bachillerato, a pesar del sacrificio que significaba levantarse a las 3:00 de la mañana para lograr salir 15 minutos antes de las 5:00 de la mañana, cuando el sol aún está por salir.

Treinta kilómetros suman el trayecto de ida y vuelta que Roxana, ahora de 25 años, tenía que recorrer entre su casa y el Instituto Nacional de San José Las Flores, como parte del sacrificio que realizó en 2011 y 2012 para ser la primera de su grupo familiar en graduarse de bachillerato.

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Dentro de sus planes estaba apoyar económicamente a su familia, formada por ocho personas. Sin embargo, sus aspiraciones se vieron opacadas cuando encontró su primer trabajo como despachadora de la tienda municipal, pero a un sueldo de apenas $2 diarios.

Roxana es un claro ejemplo de los jóvenes que tienen la oportunidad de llegar a realizar la educación media pero los recursos económicos y la falta de oportunidades en el país, con mayor énfasis en la zona rural, la hacen formar parte de siete de cada diez jóvenes que no estudian ni trabajan en El Salvador, según el Informe de Desarrollo Humano de El Salvador (IDHES) 2018 que presentó recientemente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

 

Según el informe, denominado “Soy joven ¿ y ahora qué?”, la mayor dificultad la sufren los jóvenes del área rural y quienes tienen mayor desventaja son las mujeres.

El informe también identifica al menos cinco grupos de jóvenes más vulnerables: los que no estudian y realizan tareas de cuidado, los que están fuera del sistema educativo y en riesgo de deserción, los que permanecen en transición para incorporarse al mercado laboral, los del área rural y aquellos que están en riesgo debido a la inseguridad en la que viven.

Asimismo, el documento destaca que los jóvenes del área rural comienzan más jóvenes a trabajar que los de la zona urbana (a partir de los 14 años). Agrega que solo un 18 % de jóvenes trabaja, porcentaje del cual hay un 49 % en el que predomina el subempleo.

FRASE

“Acá no hay dónde trabajar porque lo buscan a uno para lavar ropa o hacer comida. No hay dónde más hacer algunos cinco dólares”.

Roxana Hernández ,

También, advierte que ganan un 23 % menos de salario que sus pares en el área urbana, y tienen tres años menos de escolaridad y representan, en su conjunto, el 61 % de los que desertaron en tercer ciclo.A eso se le suma que la mayoría de mujeres que viven en la zona rural enfrenta mayores condiciones de pobreza, discriminación, violencia doméstica, explotación, exclusión, menor acceso a educación y salud, entre otras situaciones que vulneran sus derechos.

La experciencia de Nueva Trinidad

El caso de Roxana es solo uno de tantos ejemplos que buscan visibilizar las limitantes laborales, educativas, de salud, de seguridad y empleabilidad de los jóvenes de la zona rural, donde el acceso a la educación media es difícil y las oportunidades de superación son mínimas.

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Nueva Trinidad es un municipio que durante el conflicto armado quedó desolado y fue destruido; sus pobladores se resguardaron en Honduras hasta la firma de los Acuerdos de Paz, cuando regresaron y comenzaron la construcción del municipio desde cero, con ayuda de organizaciones no gubernamentales y la Iglesia Católica.

El municipio se caracteriza por ser, casi en su totalidad, un territorio rural. Por lo tanto, carece de inversión privada que facilite la creación de fuentes de empleo e inversión en proyectos sociales; su actividad económica es la producción agrícola y la pesca, así como pequeñas tiendas y panaderías.

Foto EDH/ Menly Cortez

En Nueva Trinidad hay una población de 1,673 personas, además de un complejo educativo desde primaria a bachillerato. No obstante, muchos de los jóvenes de la zona rural prefieren estudiar en el municipio de San José Las Flores, debido a que el acceso a transporte en Nueva Trinidad es muy malo y es más fácil trasladarse hacia el municipio vecino.

Según una de las docentes del Instituto Nacional de San José Las Flores, desde que se abrió el complejo educativo en Nueva Trinidad, la matrícula de escolaridad bajó de 112 alumnos a 56 para este año, pese a que los jóvenes del cantón Carasque siempre asisten a dicha institución porque se les hace más fácil el acceso en transporte colectivo hacia San José las Flores.

Emigrar, el único horizonte

Según comenta Roxana, la migración en Nueva Trinidad es una de las opciones que más ven los jóvenes para superarse. Del grupo de diez muchachos que viajaban con Roxana al bachillerato, solo dos lograron terminarlo. El resto migró.

Sin embargo, para esta joven la opción de migrar no está dentro de sus planes para superarse y apoyar a su familia.

FRASE

Roxana Hernández Pineda, joven del área rural

“Algunas de la necesidades acá son el empleo, más que todo para la juventud, porque acá prácticamente si no salen a trabajar en la agricultura o en la ganadería, los jóvenes no tienen más que hacer porque es lo único que hay, no hay para dónde más. Muchas familias son de escasos recursos”.


Esto a pesar de que el sacrificio que realizó para sacar el bachillerato no fue suficiente, pues imaginó que podría trabajar y aportar económicamente para la canasta básica de su familia, pero sus expectativas de estudiar una carrera en Trabajo Social o como nutricionista se quedaron atrás cuando su madre le dijo que no tenían los recursos económicos para que siguiera sus estudios superiores.

“Acá no hay dónde trabajar porque lo buscan a uno para lavar ropa o hacer comida, no hay dónde más que hacer algunos cinco dólares”, resiente la joven. También trae a la memoria que las panaderías son la única opción para gente de su edad en el municipio.

Para Roxana, el envío de $ 100 dólares mensuales que hace su hermano desde Estados Unidos es la ayuda que les ha permitido amortiguar un poco los gastos.

Su constante deseo de superación la ha llevado a incorporarse en grupos juveniles que le permitieron conocer lugares fuera de Nueva Trinidad, como San Salvador y otros departamentos. Ella fue parte de un grupo de la parroquia, y también trabajó para una radio comunitaria, sin recibir salario. Pero la larga distancia y problemas de salud de su madre no le permitieron continuar.

Ahora, Roxana solo apoya a su mamá en los oficios domésticos, aunque a veces la buscan para lavar ropa o preparar comidas o despachar en una tienda. Sin embargo, como joven rural solo está a la espera de que los talleres de formación lleguen y toquen las puertas de los jóvenes de ese municipio y lograr, así, tener nuevos conocimientos para encontrar una mejor oportunidad laboral.