En el parque de Tecún Umán, en Guatemala, no cabe un salvadoreño más, pero, aún así, siguen llegando. Centenares de compatriotas permanecen en el lugar: conversan, lavan su ropa, la ponen a secar, duermen y hasta cocinan.
Caminan por las calles de la ciudad y llegan hasta la orilla del río Suchiate, frontera natural con México: aprovechan para bañarse en sus aguas.
La mañana de este jueves eran decenas de migrantes salvadoreños los que tomaban un baño y lavaban sus pertenencias en las caudalosas y turbias aguas del río, sin siquiera notar la mirada curiosa de los lugareños – tanto del lado guatemalteco como del mexicano – Las últimas semanas, el Suchiate y el puente que lo atraviesa fueron escenario de dramáticas escenas de enfrentamiento entre los migrantes de las caravanas de hondureños que viajan a Estados Unidos y las autoridades migratorias mexicanas; sin embargo, con la llegada de los salvadoreños, el lugar toma otros tintes.
Con el propósito de cruzar juntos el puente fronterizo entre Guatemala y México, la caravana recupera fuerzas Tecún Umán. Planean hacer un primer intento por cruzar entre el viernes 2 y el lunes 5 de noviembre.
Las hamacas se mecen de lado a lado y las risas se escuchan por doquier. Los niños juegan en la orilla y los amigos comparten un momento lejos de la realidad de la caravana. Incluso hacen bromas sobre el tema: “hoy es el último día que ven bonito ese puente, porque lo vamos a botar”, dice uno de los migrantes, sentado sobre una roca, señalando el puente en donde se ubica la frontera entre Guatemala y México. Viste la camiseta de un equipo de la liga de fútbol local: el Firpo.
“Sí, nosotros lo vamos a botar”, contesta un joven que también descansa a unos pasos de él. “Como sos del Alianza, te creo”, responde el primer hombre. El joven viste una gorra con el logo del equipo de la capital – Alianza- Una cosa lleva a otra y de pronto el grupo crece y todos platican de los resultados de la última jornada. La caravana, este jueves, puede esperar.
A unos metros, una decena de lanchas cruzan el río de un lado a otro: son dos enormes neumáticos con un entablillado de madera sobre ellos, que sirve como base para que las personas puedan abordar. Dado el caso, será en esos “botes” improvisados, en donde los salvadoreños intentarán llegar a territorio mexicano si no les permiten pasar por el puente.
Un equipo de El Diario de Hoy acompañó a un grupo de migrantes que partió a las 5 de la madrugada. Hasta las 4:40 de la tarde, 1,351 dejaron las fronteras: significa que 123 salvadoreños huyeron por hora en ese periodo. Esta es la crónica.
“Yo me cruzo, pero me cruzo nadando, ni loco me subo en esas cosas”, dice, casi gritando, uno de los hombres que se mecía desde hace rato en las hamacas. A su lado, un joven se queda dormido, probablemente por el cansancio de la ruta que acaba de caminar. Se nota que recién llega. Se protege del sol con una bandera de El Salvador, que prácticamente lo arropa. La escena es casi bucólica pero en aquel lugar, tan lejos de casa, la idea de un país protector se disuelve rápidamente.