“Quiero estudiar mecatrónica”, dice estudiante que vive en instituto por temor a las pandillas

La joven buscó refugio en la institución, tras ser amenazada por maras al oriente de la capital

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Foto/ Oscar Iraheta

Por Leidy Puente/Óscar Iraheta

2018-10-19 9:21:48

De tajo, Alexandra(nombre ficticio) expresa que lo que más desea es estudiar un técnico en mecatrónica, una carrera que mezcla la electricidad con la mecánica. Para hacerlo, dice que tiene dos lugares: el ITCA y la Universidad Don Bosco.

Alexandra es una joven, de 18 años, que desde febrero pasado ha tenido que vivir entre pupitres y la incertidumbre, en un centro educativo en San Salvador, por temor a ser asesinada por las pandillas.

“Lo que más necesito a corto plazo es estudiar un técnico en mecatrónica. Quiero averiguar los requisitos y los documentos para probar suerte en el ITCA. De ahí ya veré cómo consigo un trabajo para tener un poco de dinero”, razona la joven.

Alexandra está a pocos días de terminar sus estudios de bachiller. Su vida en el instituto terminará y deberá de comenzar su vida profesional.

Este viernes la historia de Alexandra conmocionó a decenas de lectores, entre ellos, a varias autoridades de Seguridad que ofrecieron su apoyo.

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Desde tempranas horas, las llamadas telefónicas y los mensajes de apoyo para Alexandra comenzaron a llegar a la redacción de El Diario de Hoy.

El calvario que enfrenta la joven impactó a los usuarios en la web, quienes concordaron y criticaron el poco apoyo de las instituciones gubernamentales hacia la juventud.

“¿Dónde está la protección y el apoyo para los jóvenes?”,  fue una de las preguntas que más reprocharon los internautas.

“¡Bueno esto ya es el colmo! Permitir que una joven de 18 años duerma en su escuela para evitar que otras personas le hagan daño físicamente es rebalsar la indiferencia de lo que sucede con nuestros niños. Parece ser que no hay autoridades en nuestro país y mucho menos programas para ayudar a nuestra juventud”, escribió el usuario Roberto Ping.

La adolescente vivía en una colonia de la capital, donde la Mara Salvatrucha tenía el control total, ahí creció, a pesar que los mareros la conocían, no era ajena a la violencia de la pandilla.

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Recuerda que tuvo que salir huyendo de casa, porque los pandilleros se lo ordenaron. Dice que un día martes, cuando iba de regreso a su hogar, vio que dos pandilleros obligaron a golpes a uno de los pasajeros a bajar de un autobús.

A la siguiente parada, donde ella desabordó, otros delincuentes de la zona le dieron tres días para que se fuera de su casa. Esa misma semana buscó refugio en la casa de un amigo, donde permaneció por cuatro meses; pero al paso de un tiempo se volvió incómodo seguir ahí y pidió asilo en un instituto e inició sola su nueva vida.

La joven señala que “en ese tiempo se agravó todo”, del mismo estrés que sentía empezaron los problemas de salud, tiene hipoglucemia (bajones de azúcar), señales de anemia y ovarios poliquísticos.

Alexandra es alegre, bromista y activa. Tiene grandes aspiraciones y muchas ganas de cumplir varios planes, pero los riesgos a los que se enfrenta hacen más difícil su camino.