La esperanza es la última que se pierde, es el refrán al que se aferra Gloria, pese a llevar cuatro años de buscar a su esposo, Salvador Ramos Lovato, desaparecido el 19 de junio de 2014, cuando salió a trabajar al centro de Cojutepeque, en Cuscatlán, y ya no regresó.
Cuatro años han pasado de aquella salida sin retorno de Ramos Lovato, pero para Gloria es como si fue ayer, tanto que cada vez que las autoridades informan del hallazgo de un cuerpo humano en algún lugar de Cuscatlán, renueva su fe de encontrar los restos de su esposo y darle cristiana sepultura.
Ramos Lovato, padre de dos hijos, uno de ellos pequeño, tenía un trabajo formal pero en su descanso solía laborar por su cuenta “haciendo viajes”, detalló su esposa.
INFOGRAFÍA: Conoce la influencia territorial que tienen las pandillas en El Salvador
LO MÁS LEÍDO. Diputados reclaman a las autoridades policiales que recuperen territorios
Acostumbraba regresar a casa entre 7:00 y 8:30 de la noche, después de tres o cuatro horas de trabajo extra. Nunca tuvo problema ni recibió amenazas que hicieran prever un desenlace fatal, dice Gloria.
El día de su desaparición rompió la regla; ante su ausencia, Gloria lo empezó a llamar pero él “no contestaba el teléfono, sonaba como apagado”, según recuerda.
Por los altos niveles de violencia que vive el país, esta mujer relata que el pánico y la angustia comenzaron apoderarse de ella.
Pasaron las primeras 24 horas y Ramos Lovato no apareció, era el momento de ir a la Policía a poner la denuncia. Pero esto no ha marcado la diferencia, la familia sigue en la incertidumbre.
Dato y cifra
que no son encontrados en las primeras 72 horas podrían estar muertos, según estudios forenses.
No conforme, Gloria siguió su búsqueda en las diferentes morgues de Medicina Legal, sobre todo en San Vicente y San Salvador, para tratar de hallarlo entre los cadáveres. Pero no halló respuesta.
A cuatro años de la desaparición de su esposo, Gloria dice que sigue yendo a Medicina Legal a verificar los álbumes de hallazgos de cadáveres a ver si encuentra a Salvador.
Aparte de lo afectivo, la desaparición de Ramos Lovato ha tenido sus repercusiones económicas, pues la crianza y la educación de sus dos hijos ha recaído en ella, una obligación que, pese sus inconvenientes, nunca ha claudicado.
Estudios de las autoridades revelan que de cinco a diez personas desaparecen a diario en el país.
Aunque la mayoría de los desaparecidos son menores, hay adultos y personas mayores, estudiantes y empleados. Estos casos se registran con mayor frecuencia en municipios como Colón y Quezaltepeque, en La Libertad; Apopa, Soyapango, San Martín y San Salvador.