La PNC se enfrenta a un problema que va en aumento, además del desplazamiento forzado de sus miembros, desde enero de 2014 hasta el 17 de agosto de 2018, han sido asesinados 200 policías en El Salvador.
Cobra- indicativo utilizado por seguridad – es un policía que sobrevivió a un ataque armado de la Mara Salvatrucha en 2016, eso lo obligó a dejar su hogar con su esposa e hijos. Pero, sin otra medida de seguridad, escapar es solo un atenuante y no aleja realmente del peligro a los agentes amenazados por las pandillas. Cobra lo confirma: en el lugar en que se ocultó, los pandilleros no tardaron mucho en darse cuenta que era policía.
“Me quedé perplejo porque me investigaron, sabían hasta mi nombre”, relata el agente. En la casa de la madre de Cobra, donde él y su familia se refugiaron, vivía también su hermano menor. Con él se encontraba cuando fue víctima de un segundo atentado.
Los pandilleros lo interceptaron al bajarse de una unidad de transporte público. Les arrebataron su objetos personales y comenzaron a golpearlos. “Nos robaron todo y me dijeron que ya sabían que yo era policía”, recuerda Cobra. De pronto, el agente se vio cercado e impotente en mitad de un lugar desolado, rodeado por cinco sujetos armados que no paraban de golpearlos.
Uno de los pandilleros apuntaba en todo momento el cañón de su arma directamente a la cabeza de Cobra. “Yo solo esperaba el sonido del disparo”, confiesa el agente. Sin embargo, sucedió algo que él jamás dejará de explicar como un milagro, los pandilleros desistieron del ataque y comenzaron a retirarse. “Solo me dijeron que ya no me querían ver ahí”.