La trágica historia del pastor que fue asesinado por sacar a jóvenes de las pandillas

El hecho sucedió en Tacuba. La pandilla temía ser diezmada a causa del trabajo del pastor.

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Foto/ Óscar Iraheta

Por Jorge Beltrán Luna

2018-07-21 9:34:55

Hasta el domingo pasado, en Tacuba había un pastor evangélico que en menos de seis meses, sin un programa específico, sin presupuesto gubernamental y sin existir acuerdo con alguna autoridad, sacó de las pandillas a cinco o seis jóvenes. Eso lo dice la misma policía local y muchísima gente de ese municipio del departamento de Ahuachapán.

Quien hizo eso fue José Isaac García Zaldaña, un joven campesino sin estudios formales de teología, pero que desde temprana edad dio muestras de su liderazgo religioso y, sobre todo, de su honestidad.

De hecho, sorprende que algunos elementos policiales que actualmente están asignados a dar seguridad al municipio de Tacuba, defiendan con firmeza el trabajo de José Isaac a tal punto que podría parecer que era uno de sus aliados, pero en realidad no era así pues hasta él sufrió maltrato policial.

Pero José Isaac fue asesinado el pasado domingo, a las 7:00 de la mañana, en el caserío Altos del Toro, en cantón El Rosario, cuando regresaba de dejar unos elotes a una mujer que desde hacía varios días le había estado insistiendo en que se los llevara al lugar del que el religioso había salido huyendo hace poco más de un mes.

A principios de este año, José Isaac fue asignado como pastor evangélico de la Iglesia Profética “La Ciudad de Dios”, que funciona en la comunidad Los Pinos del cantón San Rafael, distante unos 8 kilómetros del cantón El Rosario Centro, donde últimamente estaba viviendo, junto a sus padres y hermanos.

Foto/ Óscar Iraheta

Fuentes policiales, familiares y conocidos de José Isaac dicen estar seguros de que quienes lo mataron fueron miembros de la mara Salvatrucha (MS-13), que lo habían amenazado de muerte y antes, hasta lo habían sacado de la iglesia para golpearlo en plena calle, a plena luz de día y frente a vecinos de la comunidad Los Pinos.

“El cipote tuvo las agallas de quitarle varios miembros a la pandilla y por eso lo corrieron de la iglesia de San Rafael”, dijo una fuente policial con un tono de voz que denotaba mucha seguridad de lo que estaba diciendo.

Familiares de la víctima también creen ciegamente que lo asesinaron en venganza por su labor religiosa pues con eso hacía mucho daño a la pandilla.

“Fíjese que él predicaba tan bonito que los pandilleros llegaban por sí solos a escuchar los cultos. Como permanecían cerca de la iglesia, ellos solitos se iban a sentar a las sillas para escucharlo”, aseguró una persona que dijo conocer muy bien el trabajo pastoral de José Isaac, pero que pidió proteger su identidad.

Foto/ Óscar Iraheta

Amenazas y golpizas de pandilleros y un policía

Los problemas para José Isaac comenzaron casi desde que llegó a la comunidad Los Pinos. La primera vez, el líder religioso fue atacado a balazos mientras hacía labores agrícolas pues además de ser pastor también le gustaba la agricultura. En esa ocasión le soltaron varios disparos.

Otro día, un grupo de mareros lo sacó de la casa que funcionaba como iglesia y como vivienda para José Isaac, y ante la mirada de muchos, el joven recibió una golpiza.

Pero el problema se complicó desde la vez en la que, sin pretenderlo, José Isaac sorprendió a un policía de un GCAC (Grupo de Apoyo a la Comunidad) fumando marihuana con un grupo de pandilleros.

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Desde ese día el policía no lo dejó en paz. En una ocasión, ese policía obligó a José Isaac a desnudarse en plena calle; lo hizo con la excusa de practicarle un registro, a sabiendas de que el mayor vínculo que el joven tenía con pandilleros era predicarles el evangelio.

La segunda vez, ese mismo policía lo interceptó, le rompió varias páginas de la Biblia que cargaba y le golpeó los dedos de una mano a tal punto que el joven lloró tanto por el dolor como porque le rompieran la Biblia. Pero esta vez ese policía fue más allá de las agresiones verbales y físicas: “Si no te matan los mareros, yo te voy a matar”.

Foto/ Óscar Iraheta

Temiendo que aquel policía cumpliera la amenaza, el pastor contó lo sucedido a sus parientes más cercanos y algunos correligionarios. A algunos hasta les dio verbalmente el orden numérico institucional (ONI) del policía. A otros les dijo que en la misma Biblia lo había anotado.

Pero a pesar de las sugerencias de que denunciara el abuso policial, José Isaac no quiso hacerlo. Dijo que como cristianos, estaban expuestos a esas situaciones y que le dejaba todo a la voluntad de Dios.

Sin embargo, fuentes policiales de Tacuba dijeron estar al tanto de las acciones de ese policía, a quienes lugareños describen como “el más alto” de los agentes asignados a la comunidad Los Pinos para que patrullen la zona junto con militares.

Una fuente policial añadió que el policía residía en el mismo cantón San Rafael, sin embargo, no pudo proporcionar la identidad de ese elemento. Hay lugareños que señalan a ese policía como un miembro más de la pandilla que tiene presencia en esa comunidad.

Tras esa suerte de peligros, José Isaac abandonó la Iglesia Profética “La Ciudad de Dios”. Aseguró las puertas y dejó las llaves con una vecina para que fuera ella quien las entregara a Hugo Alberto Cortez, el líder religioso que había gestionado para que José Isaac fuera el pastor de la sede en la comunidad Los Pinos.

Cortez tiene otra versión sobre el asesinato de José Isaac: que los mareros de la MS-13 lo corrieron porque tenía parientes que eran miembros de la pandilla rival.

En el cantón El Rosario, según Cortez, tiene presencia de la pandilla 18. Esto último es descartado por fuentes policiales de Tacuba, quienes admitieron que algunos parientes de la víctima han tenido problemas con la justicia pero no por ser miembros de pandillas.

Las sospechas sobre una mujer

Según las primeras indagaciones policiales, todo apunta a que a José Isaac le tendieron una trampa para que llegara al cantón San Rafael, de donde se había ido huyendo por amenazas de los pandilleros conocidos como los Pelos Parados, quienes son hijos de un tal Vicente y de otro campesino de quien solo dijeron el apodo, el Zumba.

Días antes de ser asesinado, José Isaac había recibido llamadas telefónicas de una mujer que se congrega en la iglesia que el pastor abandonó por las amenazas y el acoso de pandillas y de un policía.

En las llamadas, esa mujer le pedía al joven pastor que le llevara unos elotes. De tanto insistir, el hombre salió muy de mañana de su casa para tapiscar unos elotes (cortar la mazorca de la planta) y llevárselos a la “hermana” (de religión), K.A.

Al llegar al lugar, se los entregó, pero al regreso, fue asesinado a balazos.

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Durante el procedimiento se les decomisó además un fusil, abundante munición de distintos calibres y un saco de marihuana, valorada en 100 mil dólares.

El asesinato de José Isaac ha conmocionado a gran parte del municipio de Tacuba, donde era muy apreciado por la labor que realizaba. Mucha gente recuerda que empezó como líder de una escuela dominical, luego pasó a ser líder de jóvenes hasta que a los 22 años consiguió ser autorizado como pastor.

El pastor evangélico fue sepultado el martes en el cementerio municipal de Tacuba. Con su asesinato, parece que las maras han dejado claro que no les gustan los esfuerzos por rescatar a jóvenes de las pandillas.