Empiñadas Rosales, el dulce sabor artesanal de Zacatecoluca

Elaborar empiñadas se ha vuelto tradición en esa familia, ellos tienen ya más de 60 años en ese negocio.

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Foto EDH / Jessica Orellana

Por Enrique Carranza

2018-07-18 6:10:26

Un aroma dulce y suave, muy agradable, se dispersa en la casa de la familia Rosales, en Zacatecoluca, La Paz. En ese lugar elaboran empiñadas.

La empiñada es una golosina producida a base de harina para pan, almidón de yuca y azúcar; además, le colocan color de fruta y jalea de piña.

El resultado de mezclar y cocinar esos ingredientes, en una prensa o plancha circular de unos 28 centímetros de diámetro, es el delicioso postre artesanal.

Foto EDH / Jessica Orellana

Julio César Rosales, quien es uno de los rostros más visibles de ese negocio familiar, explica, sin ahondar, detalles cómo elaboran sus productos.

Para cada “preparado” se utilizan tres libras de harina de pan, almidón, azúcar y color, se mezclan con agua hasta que da punto, luego se cocina. De allí se obtienen 75 empiñadas.

Quien más práctica tiene logra procesar cuatro o cinco “preparados” al día.

En ese momento parecería que elaborar empiñadas es de lo más fácil, pero la verdad es que esa tarea tiene dificultades.

Cuando la mezcla esta lista se vierte por cucharada a la “plancha”, que tiene dos piezas de hierro y está caliente, se presiona despacio, y cuando deja de “chillar”, se abre para revisar el tostado. Luego se le da vuelta a la pieza de harina.

El tiempo de cocción se calcula a puro oído.

Ese trabajo se debe repetir dos veces, pues cada empiñada esta formada por dos piezas.

Luego, se les coloca la miel de piña y se juntan las dos piezas, “se rasuran”, es decir se retiran las irregularidades de los bordes, y se embolsan.

Foto EDH / Jessica Orellana

La familia Rosales suma ya cuatro generaciones dedicadas a la elaboración de empiñadas.

“Empiñadas Rosales (como se llama la micro empresa) es todo un patrimonio familiar, de alguna forma participa cada miembro”, comenta Julio César.

Además, explica que en su memoria, la bisabulea es quien originó la tradición.

“Son más de 60 años en este negocio, no cualquiera lo logra, hemos visto como otras personas inician y a los meses cierran, y nosotros aquí seguimos”, dice Julio César.

Recuerda que cuando era pequeño ayudaba a su madre en la producción de empiñadas, se levantaba entre 3 y 4 de la mañana para trabajar.

 

 

Además, de las tradicionales empiñadas, que pueden ser elaboradas en gran variedad de colores, la familia Rosales ha incursionado en la preparación de otros productos, como: barquillo para sorbete y el mismo sorbete artesanal.

“Los sorbetes son de fruta de estación, el más buscado es el de coco, o depende de cómo lo pida el cliente”, comenta Julio César.

Foto EDH: Jessica Orellana

Uno de los proyectos de la familia Rosales es exportar sus productos hacia Estados Unidos, consideran que es factible como producto nostálgico en ciudades de gran concentración de salvadoreños.

Empiñadas Rosales se puede contactar en los celulares 7082-4057, 7952-2144, 7667-5575.

Foto EDH: Jessica Orellana