Anciana unionense sobrevive de la ayuda de samaritanos

Perdió casi a todos sus hijos en la guerra. Algunos residentes del caserío tratan de echarle la mano con lo que pueden.

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Foto EDH: Insy Mendoza

Por Insy Mendoza

2018-06-24 7:37:09

LA UNIÓN. María Máxima Bonilla Acosta, tiene 89 años de edad, vive en extrema pobreza y a la “buena de Dios”, en una zona poco accesible en el caserío Las Pozas, cantón Yologual, Conchagua. Ella vive con su hijo de 66 años.

Bonilla es originaria del municipio de Anámoros, zona norte del departamento, y llegó a los 15 años de edad al Yologual. Se acompañó con el novio y procrearon 12 hijos, la mayoría se los asesinaron durante la guerra, le sobrevive José Ángel Reyes.

La anciana asegura que vive de milagros, con los pocos alimentos que le llevan algunos vecinos, y en especial de una amiga que es enfermera, que junto a un grupo de niños, la están visitando de forma constante para llevarle agua, tortillas y algunos frijolitos.

La octogenaria vive en una pequeña casita construida de bahareque, lodo y el techo de tejas, ubicada en la parte alta de un terreno que para llegar hay que caminar alrededor de 25 minutos por veredas y pequeños cerros, desde ahí se logra apreciar algunas islas del Golfo de Fonseca.

Para conseguir agua tenía que bajar con grandes dificultades al caserío con su cántaro ; en algunas ocasiones se dio varios golpes en las piedras. Pero ahora cuenta con un depósito de plástico de más de mil galones para almacenar el agua lluvia, es una ayuda que recibió de un grupo de personas residentes en La Unión, y otros en el exterior.

La enfermera y los niños la visitan una o dos veces por semana para llevarle algunos alimentos, mientras que su hijo se rebusca trabajando haciendo pequeñas siembras de maíz o cortando guineos verdes.

María se lamenta que ya no puede trabajar como lo hacía hace 50 años en el cultivo de sandías y hortalizas; hoy le toca que vivir de la misericordia de personas de buen corazón. Hay días que solo un tiempo de comida hace porque se le terminaron las tortillas, la sal y los frijoles.

“Me lamento que ya no puedo hacer tortillas y tampoco lavar la ropita, mi hijo cuando puede se pone a lavar, estoy bastante débil que ya me cuesta mirar y caminar bien”, agregó la anciana.

José Ángel Bonilla Reyes dijo que, junto a su madre, tienen varios años de estar pasando pobreza, “no tenemos ayuda del gobierno ni de la alcaldía, solo con la voluntad de algunas personas que nos regalan comida”, agregó.

Rosa Amaya es enfermera y trabaja en La Unión. Ella contactó al grupo de personas que le donaron el recipiente para almacenar agua, también está pendiente si la anciana necesita tortillas o algunas medicina.

“Con mis sobrinos subimos a visitarlos y les llevamos agua para que tomen, tortilla, frijolitos, y algunos juguitos, porque es una anciana que no tiene ningún otro tipo de ayuda”, expuso Amaya.

Para las personas que están interesados en colaborar, comunicarse con Rosa Amaya, 7534 3112, amiga de María.