Andrea Crisol es una joven que estudia noveno grado y a la vez practica su profesión favorita, la música, inició en el mundo de las artes con valet, que practicó por diez años y luego se apasionó por la armonía del violonchelo, instrumento que toca desde los 10 años.
Para iniciar su trayectoria, que a su temprana edad la convierte en una profesional, estudió en el Centro Nacional de Artes (Cenar), motivada por amigos, aunque confiesa que al principio era “renuente” con el aprendizaje.
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Ya como violonchelista, entro a la Orquesta Infantil Metropolitana, donde dio sus primeros pasos, en la actualidad es parte de la Orquesta Filarmónica Juvenil de El Salvador, proyecto del Sistema Nacional de Coros y Orquestas, de la Secretaría de Cultura y toca en la Joven Camerata de El Salvador (JOCA).
La joven asegura que se necesita disciplina y coordinación para aprender a tocar el violonchelo y que se necesita disciplina para aprender.
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Andrea ha participado en dos campamentos en Guatemala en la Orquesta de Niños el Trifinio, que agrupa a músicos y maestros de Centroamérica, ahí aprendió nuevas técnicas y conoció personas que influirían en su carrera.
Como músico ha aprendido a ser más disciplinada, a trabajar en equipo, ha mejorado sus relaciones interpersonales. “Es una experiencia que vale la pena; quiero vivir de la música y considero que lo puedo lograr con disciplina y determinación”, valoró Crisol.
Sus dos hermanos menores también son músicos, su hermana toca el violín y su hermano el violonchelo, desde que expresaron su deseo de aprender este arte, contaron con el apoyo incondicional de sus padres. Su sueño es estudiar música en el extranjero.