Roxana: Cuando quise dejar la pandilla no podía, mi vida estaba en peligro

Para la relatora de las Naciones Unidas, en las estructuras criminales los cuerpos de las mujeres son tratados como un territorio de venganza y control.

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Por elsalvador.com

2018-06-16 4:10:18

Roxana está recluida en el Centro de Readaptación para Mujeres, en Ilopango. Ella está cumpliendo una condena por haber asesinado a un hombre que quería matarla.

“Era una pandilla rival y si no hacía lo que me pedían, había consecuencias para mí. Entonces, estaba obligada a hacerlo en ese momento. Lo que le hice a él, él me lo quería hacer a mí. Entonces, tenía que defenderme”, relata una historia de As Equals publicada en CNN.

Ella pertenecía al Barrio 18, cuando era adolescente soportó una paliza de 18 segundos para ser integrante de la estructura criminal, para ella un castigo que puede llegar a ser de los más fáciles si se les compara con los demás filtros que asigna la pandilla como maltratos y violaciones.

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Aseguró que ser parte de la pandilla era la única opción que tenía en ese momento de su vida. Su padre murió cuando ella era niña, su madre se convirtió en alcohólica y la dejó a cargo de sus cinco hermanos. Para Roxana, el mundo de las pandillas era “rosado y dulce”, pero con el pasar del tiempo se dio cuenta que no era así y cuando quiso alejarse de ese mundo ya era demasiado tarde.

“A medida que pasaba el tiempo me di cuenta de que esto no era solo un pasatiempo, (…) cuando quise dejar la pandilla no podía, mi vida estaba en peligro”, dijo.

Manifestó que la vida que llevó influyó para que perdiera a su hijo, ya que él también siguió sus pasos y hace cuatro meses fue asesinado después de salir de la cárcel. “Fue muy doloroso para mí porque no quería que él siguiera mi mismo camino, pero antes de darme cuenta ya se había convertido en miembro de una pandilla y no pude hacer nada”, lamentó.

Agnes Callamard, relatora especial de Naciones Unidas, dijo a CNN que en el país los cuerpos de las mujeres son consideradas como territorio de venganza y control. Las pandillas están dominadas por hombres y las niñas y mujeres son parte de los territorios que controlan.

También hizo énfasis que por cada 10 asesinatos, solo una persona es condenada. En el país, cada 19 horas asesinan a una mujer.

La Encuesta Nacional de Violencia contra las Mujeres 2017 ha puesto al descubierto que este flagelo se sufre con mayor agudeza en seis de los 14 departamentos de El Salvador: Morazán, Ahuachapán, Santa Ana, La Libertad, San Salvador y Cuscatlán.

Los registros estadísticos del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (Isdemu) arrojan que, hasta el 22 de mayo pasado, 172 mujeres fueron víctimas de feminicidio en El Salvador.

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