La casa de los 105 gatos

Dos universitarias dedican sus vidas a rescatar gatos y su amor hacia ellos es tan grande que las ha llevado a extremos, como el de ceder su casa a los felinos. Además, viven con siete perros y diez conejos.

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Siempre hay un espacio para compartir con los animalitos. Foto/ René Quintanilla

Por René Quintanilla

2018-05-12 6:50:18

Las hermanas Tania y Glenda Tóchez tienen una forma muy particular para demostrar su amor por los animales, pero en especial por los gatos. Ellas dan hogar a 105 de ellos; además, a siete perros y 10 conejos.

Las gemelas que cuidan 105 gatos en su casa

Las hermanas Tania y Glenda Tóchez tienen una forma muy particular para demostrar su amor por los animales, pero en especial por los gatos, ellas dan hogar a 105 de ellos; además a siete perros y 10 conejos.

En la casa donde viven estas gemelas, en las cercanías del estadio Cuscatlán, parece que en cada rincón hay gatos, los peludos se posan en sillones, mesas, repisas y en donde se sienten cómodos para descansar.

“Gato Missi fue el primero, apareció en el patio de mi casa, al inicio le tenía miedo; pero ya al abrazarla me enamoré, desde ahí amé a los gatos junto a mi hermana Tati”, comenta Glenda.

Recuerda que el primer encuentro con Gato Missi fue cuando ella tenía 8 años (hoy las hermanas ya tienen 27).

“Fue amor a primera vista con los gatitos, sobre todo con gato Missi, ella es la más veterana de todos los gatos que tenemos”, contó.

 

 

Su abuela, Chong, también influyó para que Tania y Glenda aprendieran amar a los animales, ya que ella dedicó gran parte de su tiempo a rescatar pájaros en su casa de Ciudad Merliot. Es más, les enseñó que los animalitos deben comer antes que los humanos.

Así pasó el tiempo y esa pareja de hermanas comenzó a ayudar a más gatos.

“En nuestra inocencia, cuando éramos pequeñas aún, les conseguíamos hogares y le pedíamos a la gente que los cuidara”, dice Glenda.

Ya terminando la adolescencia, la asistencia para los felinos se hizo más intensa y llegaron a recibir casos “bien duros”, en los cuales los animales iban mutilados, atropellados, entre muchas condiciones.

“Siempre había tenido nueve gatos, mi vecina me mató siete, en eso una que acababa de parir y me quede con los bebés, dije que no pasaría de nuevo; pero la gente venía a dejarnos gatos enfermos y en un momento tuve una epidemia de gatos y mejor comencé a darlos en adopción”, continúa Glenda.

Para asegurar que las familias que adoptaban a los felinos los cuidarían, elaboraron un formulario que los interesados deben llenar, así ubicaron a 30, muchos recibieron buenos tratos, pero otros fueron envenenados.

Esfuerzo y apoyo
La labor de Tania y Glenda ha sido aceptada poco a poco, al inicio ni la mamá las apoyaba; pero su actitud cambió al ver como sus hijas cuidaban animales maltratados, muchos, en algún momento también eran curados.

Algunos miembros de su familia de cualquier forma no lo aceptan, es más, señalaban que ellas no estudiaban y menos trabajaban, ambas afirmaciones están lejos de la realidad, pues las dos trabajan y estudian idiomas.

La vida personal resulta afectada, estar pendiente de los gatos conejos y perros no permite a estas hermanas salir lejos o visitar amistades. También les resta tiempo para estudiar algo aparte de la universidad.

“El esfuerzo que se hace por cada gatito es significativo, los sacrificios no importan porque nos gusta lo que hacemos”, dice Glenda.

Este hogar para animales puede gastar al mes en comida de gato: 900 dólares, de perro 300 y la deuda veterinaria actual ronda los 3 mil dólares.

Directamente solo dos personas apoyan con dinero la iniciativa. Existe un plan padrino, pero pocos son responsables, la idea es que la donación sea constante.
En Facebook se puede conocer el trabajo de estas jóvenes universitarias por medio de la página Hogar felino de El Salvador, además, allí, encuentra las diferentes formas de ayudar .