El desamparo que sufre la familia de un pensionado desaparecido

Disminuir el tiempo para declarar a sus familiares desaparecidos como muertos presuntos, ayudaría a que estas personas pudieran reclamar derechos económicos que algunos dejaron.

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El nuevo informe sobre el estado mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición, presentado hoy por cinco agencias de Naciones Unidas, sostiene que el porcentaje de hambrientos en la región aumentó del 6,2 % de la población en 2015 al 6,5 % en 2017. Foto EDH/Archivo.

Por Jorge Beltrán Luna

2018-04-26 11:51:45

Hay familias de desaparecidos que viven en condiciones en extrema pobreza porque el único pilar económico era la persona desaparecida. Disminuir el tiempo para declararlos como muertos presuntos, ayudaría a que esas familias pudieran reclamar derechos económicos que algunos dejaron.

Una de esas familias es la de Pedro Lara Guerra, un hombre que desapareció el 5 de febrero de 2015, cuando salió hacia Aguilares, a un banco de esa ciudad donde pretendía cobrar la pensión que como lisiado de guerra le depositaba mes a mes el Fondo de Protección de Lisiados y Discapacitados (Foprolyd).

El excombatiente de la Resistencia Nacional (RN), una de las cinco organizaciones que conformaban la guerrilla del FMLN, tenía una casa amplia y tres manzanas de tierra en una zona rural del municipio de Guazapa. Con lo que producía como agricultor, mantenía a su mujer, Mirna Rivas y a sus cinco hijos que, a la fecha de su desaparición tenían 2, 5, 7, 10 y 15 años.

Foto/ Óscar Iraheta

“No vivíamos mal”, cuenta Mirna, al recordar con nostalgia la forma de vida que tenían cuando su marido no había desaparecido.

Mirna lo buscó en cárceles, morgues judiciales y hospitales. Al no saber qué suerte había corrido Pedro, sintió miedo y decidió abandonar la casa y terrenos para ir a vivir a Ilobasco, junto a unos parientes de ella.

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La vida de la familia de Pedro desmejoró en todo sentido. En Ilobasco le dieron un espacio en una ladera para que hiciera su casa, pero apenas pudo conseguir que le regalaran láminas oxidadas, retazos de plástico negro, una puerta y madera rústica. Con eso construyó una champa.

Desde entonces viven en ese lugar donde en el invierno, del piso arcilloso brota agua en una esquina de la champa, casi debajo de las camas.

 

 

Sin constancia de vida no hay pensión
Todos los años, en abril, los discapacitados y lisiados de guerra deben demostrar que siguen con vida para que Foprolyd continúe depositándoles la pensión. Pero Pedro desapareció a principios de febrero de 2015; y a mediados de ese mismo año, el fondo dejó de depositar la pensión.

Mirna recurrió a Foprolyd a explicar su situación, sin embargo, la respuesta que obtuvo es que mientras Pedro Lara Guerra no apareciera o no fuera declarado muerto, la pensión quedaba retenida.

La mujer tampoco puede vender las tres manzanas de tierra y la casa que dejaron en Guazapa.
De esa manera, su familia fue condenada a vivir en una pobreza que podría resumirse así: De vivienda tienen una champa sin divisiones. En el mismo habitáculo con piso de tierra, duermen y cocinan, no tienen patio ni letrina, ni agua potable.

Para subsistir, una hija de Pedro y Mirna tuvo que ir a trabajar como colaboradora doméstica en una casa de Ilobasco, la otra hace cualquier mandado para conseguir algo de dinero con qué ayudar a la familia. Mirna, mientras tanto, a veces se gana seis dólares al día por lavar ropa ajena. Otras veces realiza tareas agrícolas propias de hombres.

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Ante la solicitud verbal que ha hecho de que la pensión que le correspondía a su marido se la den a ella para mitigar un poco su pobreza, lo único que ha logrado es que le digan que tiene que esperar cuatro años para iniciar un trámite para declararlo “muerto presunto”. Este trámite, le han dicho, puede demorar otros dos años.

Únicamente declarando muerto presunto a Pedro, Foprolyd podría continuar dando la pensión a los sobrevivientes.

Pero la pobreza agobia a la familia del desaparecido. Mirna cree que es mucho tiempo esperar cuatro años para que se le considere muerto. A ella no le cabe duda de que su marido fue asesinado y enterrado a saber dónde. No es posible que Pedro se haya marchado de casa, dice la mujer, dejándola con toda la responsabilidad de criar a cinco hijos, todos menores de edad.

A Pedro solo le daban entre 50 y 60 dólares mensuales porque del total de su pensión le descontaban un crédito personal que tenía. Al ser declarado muerto presunto, ese crédito podría quedar cancelado y la pensión que recibiría su familia sería de aproximadamente 150 dólares.

Para Mirna y sus hijos, eso sería un gran dineral con el que podrían mitigar en mucho, la pobreza en la que viven. Pero para que esa posibilidad se vuelva real, faltan mucho tiempo.

El caso de Pedro Lara Guerra no es el único de lisiados o discapacitados de guerra que han desaparecido, aunque el Foprolyd solo tiene un caso registrado, según respondió a una solicitud de información a través de la Oficina de Información y Respuesta.

El reporte de beneficiario con discapacidad desaparecido fue recibido el 7 de julio de 2017 y la entrega de la pensión fue suspendida desde junio de ese mismo año.

Lo anterior quiere decir que el caso de Pedro ni siquiera está registrado como desaparecido en el Foprolyd.