Mamá Margarita tiene amor y comida para los ancianos

Decenas de ancianos comparten el pan y la sopa en el Mamá Margarita

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Manos laboriosas de voluntarios que se acercan  los siete días de la semana para compartir alimentos.

/ Foto Por René Estrada.

Por Evelia Hernández

2016-12-20 11:32:00

Como niños pequeños esperando la llamada de una madre amorosa, así está un grupo de ancianos a la espera de que las puertas del comedor Mamá Margarita abra sus puertas y les invite a sentarse a la mesa.

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Con tono de amigo, hermanos, compadre o conocidos así van surgiendo las conversaciones entre los 100 hombres y mujeres que acuden a diario para, más que compartir el pan,  compartir el calor humano, el sentirse escuchado, el sentirse importante para otro.


Regalo 5: La felicidad de un niño y la unión familiar


Felicita Meléndez Martínez tiene 73 años. Desde hace 16 años viaja a diario desde  San Ramón en Mejicanos para estar puntual a las  6:30 de la mañana frente a las puertas del comedor.

Dedicó su vida al trabajo como vendedora del mercado y a cuidar de sus cinco hijos, pero ahora está sola.

“Mis hijos se acompañaron, ellos no me ayudan en nada,  no tengo mucha  comunicación  con ellos”, expresa.

En su cartera, lo más valioso que  guarda es el  carnet de acreditación del comedor y unas cuantas medicinas.

Luego de desayunar esperará con paciencia en las afueras del edificio de Mamá Margarita para que  las puertas se vuelvan a abrir y le invite al almuerzo.


Regalo 4. El amor vestido de blanco y cosido con ternura


 

Antonio Martínez Herrera 

Está feliz, recién se bañó.  “Aquí también hay baños”, dice sin poder ocultar su felicidad el anciano de 92 años.

Antonio visita el comedor desde hace 25 años. Llegó referido del lugar  donde trabajaba, fue  en la desaparecida sección de caminos, Dua. 

Ya era demasiado viejo para seguir trabajando, la Mamá Margarita fue su consuelo tanto para el estómago como para las necesidades del alma.

“Me siento como en familia”, escribe Antonio, la forma más fácil que tiene ahora para comunicarse, porque está casi sordo.

Pero sus compañeros de mesa se comunican a través de señas con él.

Antonio  se quedó sin familia, la  violencia le arrebató todo.

 Ahora vive solo en San Marcos, en una champita en la colonia Las Delicias.  

En una bolsita guarda los panes que no logró comer  en el desayuno, los dejará para cuando el hambre llegue.


Regalo 3. Esperanza y amistad en tiempos difíciles


Julio Alberto Lara  

Julio vive en la Divina Providencia, así se llama el albergue que lo cobija. Al Mamá Margarita llega  para aliviar sus otras necesidades.

“Al venir aquí  me siento bien y satisface mi necesidad, que es la comida”, dice Alberto, de 72 años.

En el Mamá Margarita también  practica terapia ocupacional, haciendo bolsas de papel… aunque él también opina que  llegar al comedor “sirve  como terapia  ocupacional” y que “los pecados de la juventud los paga uno, cuando ya envejece”. 

Sin familia o con familia

Decenas de ancianos comparten el pan y la sopa en el Mamá Margarita;  han llegado ahí porque se sienten solos o porque en la familia no hay suficiente alimento en la mesa para todos.

“Vivo  con mi hija y ella tiene hijos. Yo le ayudo con lo poco que recojo de dinero y le doy dinero a ella para  que me dé de  comer mi cena, aparte que le ahorro el desayuno y el almuerzo al venir acá, pero también me ayuda  venir porque veo a mis amigos y contamos historias”,dice Víctor Avilés de 82 años.


Regalo 2. La vida de María José y la fe de los padres


Justiniano Portillo

En sus tiempos mozos trabajó como mesero en los hoteles y restaurantes de la capital.

Ahora, a sus 84 años trabaja en el ornato de los servicio sanitarios del comedor. Lo hace desde hace cuatro años.

Justiniano nació en San Luis la Reina, de San Miguel, pero ahora vive en San Salvador.

“ Al final los hijos se  fueron acompañando y se retiraron de mi persona, así  que estoy sólo”, confiesa.

Pero la soledad termina cuando comparte con sus compañeros de desayuno y almuerzo, mientras las noches las sigue pasando en los dormitorios municipales, que están cerca del comedor Mamá Margarita.

 Cuando me muera a saber a dónde me van tirar”,  comenta.


Regalo 1. Lecciones de humildad y ternura desde la oscuridad


En sus 33 años de fundación el comedor Mamá Margarita, se estima, que ha servido dos millones 409 mil comidas, entre desayunos y almuerzos. Y es a través de las acciones  altruistas de empresas, instituciones educativas, personas particulares que ha logrado llevar el pan y alivio a cientos de ancianos.


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