Niños ciegos aprenden sobre civismo a través de tambores y panderetas

Alumnos de la escuela de ciegos Eugenia de Dueñas  dan una lección de civismo y orgullo de ser salvadoreño 

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Los sonidos de redoblantes, trompeta, güiro, cencerro, panderetas y platillos crean la imagen de civismo e independencia en los alumnos del Centro Escolar para ciegos Eugenia de Dueñas, ubicado en San Salvador.

/ Foto Por elsalv

Por Nancy Hernández

2016-09-14 8:00:00

SAN SALVADOR. Los sonidos de redoblantes, trompeta, güiro, cencerro, panderetas y platillos crean la imagen de civismo e independencia en los alumnos del Centro Escolar para ciegos Eugenia de Dueñas, ubicado en San Salvador.

  “Yo escucho la banda de paz y me imagino los desfiles bien bonitos, con bastante gente, bastantes bandas de paz, banderas y niños de las escuelas regulares marchando”, dice Sergio Isaí Gómez, de siete años de edad. 

Los desfiles le emocionan porque son “muy ruidosos” y el sonido le hace imaginar a otros niños marchando y bailando. 

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Este año, Sergio  pidió a su madre lo vistiera con el traje típico, que tenían guardado, para participar en un baile folclórico y en el desfile de independencia que pone fin a los actos cívicos culturales en su escuela. 

Sergio ensayó cerca de tres meses para el baile de El Carbonero. “Yo contaba uno y dos para moverme para la izquierda.  Tres y cuatro para la derecha. Cuando la canción dice: si mi señor cómpreme usted yo tenía que dar una vuelta. También me agarraba las manos y las ponía atrás porque así me dijo la seño”, relata el niño. 

Él llegó al centro escolar de tres años de edad, después de haber pasado por el proceso de quimioterapia y perder los ojos a causa de un tumor. Sin embargo, realiza actividades como andar en bicicleta y subir árboles.

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“No me da miedo subirme a los palos, solo toco las ramas y por ahí me subo. También puedo andar en bicicleta, como ya me puedo toda la casa no me da miedo, pero a veces voy a pegar con las llantas a los palos”, contó.

Este año en el acto cívico habló sobre uno de los próceres salvadoreño, con hoja de braille en mano y vos fuerte empezó a leer, mientras sus compañeros escuchaban de forma atenta. 

La escuela atiende a 72 niños entre las edades de los 2 a 14 años de edad. Proporciona internado a menores y algunos padres que viajan desde el interior del país, como Sergio  y su madre; ellos son originarios de Morazán.

Génesis Avilés tiene diez años de edad y es alumna de tercer grado; ella asiste a las clases en el horario de 7:30 de la mañana a 4:00 de la tarde. 

La niña toca el cencerro  y los platillos de la banda de paz del centro escolar. 

“Me emociona participar. También me siento feliz de celebrar los 195 años de independencia de nuestro país. Esto significa que nos liberamos del yugo de los españoles y somos un pueblo libre”, explica. 

Los ensayos para la banda de paz iniciaron en marzo, desde ese mes hasta finales de agosto ella tocaba los platillo, pero pidió cambio de instrumento porque le dolían los brazos.

 “Mucho me dolían estar abriendo y cerrando los brazos para que los platillos sonaran. A mi me gusta el sonido que hace, pero en la noche no aguantaba el dolor”,  dice.

Después le asignaron el cencerro, mucho más fácil de tocar porque “solo se mueve la varita de arriba para abajo”, explica. 

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Alisandro Barrientos tiene 14 años de edad y es el encargado de tocar el bombo en la banda de paz. Para él celebrar la independencia significa que el país puede mejorar . 

“En un desfile siempre debe de ir todo en orden, va mucha gente y toda debe de verse bien alegre. Participan muchas bandas de paz y las melodías se escuchan bien bonitas. Los niños quizás tienen banderas de azul y blanco en las manos. Yo siento una gran emoción cuando oigo los desfiles”,  manifiesta. .

Los sonidos causan en Alisandro mucha alegría y a través de ellos  se imagina el ambiente cívico.

Durante el desfile de la escuela, el lunes pasado, fue ayudado con el bombo,  en algunos tramos, debido al peso del instrumento. 

“Pesa mucho, pero me gusta como suena y me gusta tocarlo”, expresa.

Gustavo Andrade, de ocho años de edad y encargado de tocar los redoblantes en la banda, dice sentirse agradecido por ser parte del grupo musical. 

“Yo me sentí muy feliz y agradecido porque a mí no me habían dicho que iba a participar en la banda y un día la seño me dijo: vamos te voy a llevar a ensayar”, recuerda.

Ese día se sentía ansioso porque su madre le prometió llevarlo a los desfiles de Sonsonate, donde viven ellos. 

“Yo me imagino un desfile con bastante gente, niños bien alegres y emocionados. Muchas bandas con grandes instrumentos y bastante música … también con mucho calor”, imagina.

Cristian Paiz, de 12 años de edad, también toca el redoblante.

 “Me imagino los desfiles con muchas vejigas blancas y azules, niños con los símbolos patrios.  Siento una gran felicidad y emoción cuando me imagino todo eso”, asegura.

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La escuela Eugenia de Dueñas atiende desde kinder hasta educación básica, y  ahí  la patria, la fiesta cívica, el  orgullo de ser salvadoreño suena tambores, panderetas y  a la alegría de sus alumnos.