“Aquí estamos, haciendo vejiga”, es la frase con la que don Salvador Guerra trata de animarse un poco, tras el fiasco que se ha llevado por haber accedido a un crédito con el que nunca consiguieron el éxito que le prometieron.
Don Salvador y otros 25 socios más crearon hace algunos años una cooperativa con la que levantaron una fábrica de hielo, que vino a aliviar las necesidades del sector pesquero en la zona de El Cóbano, en Chalatenango.
Con ayuda internacional de España obtuvieron la maquinaria para comenzar el negocio que refrescaría a toda la zona. Habiendo pasado unos años les llegó la oportunidad de hacer crecer su empresa. Los técnicos de Fomilenio les prometieron que con una buena estrategia de mercado, ampliarían sus ventas a otros municipios y producirían unos 1,500 quintales de hielo mensuales.
Animados con el proyecto, decidieron tomar un préstamo que les implicaba pagar una cuota de $2,300 al mes, pero con las ventas que tenían, apenas podían cubrir una cuota de $500 a $800.
“Nos dijeron lo más bonito, pero no sabíamos lo que nos venía”, dijo don Salvador, decepcionado.
Pronto cayeron en mora y Bandesal comenzó a quitarles los dos camiones repartidores que tenían. La maquinaria aún no la pueden embargar pues, según Guerra, son donaciones internacionales que no tendrían que estar dentro del embargo.
La empresa ha pedido refinanciamiento varias veces, pero siempre les niegan la ayuda aduciendo que no se puede refinanciar un proyecto que había comenzado años atrás.
“Nosotros no les pedimos regalado. Solo queremos mayores facilidades de pago con cuotas más pequeñas”, dijo Guerra.
La empresa da empleo directo a cuatro personas y otras seis de forma indirecta.