“Me han dicho que voy a morir”, dijo el niño entre los brazos de Santa y mirándolo a los ojos. “¿Me podrías hacer un favor? Cuando llegues al cielo, di que eres el elfo número uno de Papá Noel”. “¿De verdad que soy tu niño número uno?”, preguntó emocionado el pequeño y Santa aseguró que sí.
“Santa, ¿puedes ayudarme?”, dijo el niño, él lo abrazó, las lágrimas comenzaron a rodar por su mejillas y el niño murió.
Declaraciones de Eric Schmitt-Matzen en una entrevista a NBC
Eric Schmitt-Matzen, de 61 años, de Caryville, en Tennessee, es una Papá Noel profesional. Hace algunos días recibió una llamada urgente de una enfermera, ella le explicó que el pequeño estaba muy enfermo y decía que iba a echar de menos la Navidad cuando muriera, según publicación de ABC.
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“Hay aquí un niño pequeño que está muy mal. Va a morir dentro de poco. Está preocupado porque piensa que va a echar de menos la Navidad cuando se vaya”, al escuchar estas palabras Schmitt-Matzen, no dudó ni un segundo en acudir al llamado.
No obstante, después de ese día estuvo a punto de renunciar a su trabajo y colgar su disfraz para siempre debido a la desgarradora experiencia que vivió, considera que uno de los momentos más tristes de su vida es que el niño muriera en sus brazos.
Asegura que desde hace nueve años acude a cada una de sus citas con una sonrisa en su rostro, su trabajo le encanta porque disfruta ver las caras de emoción de los niños y esto lo convierte en una experiencia reconfortante.
Sin embargo, después de su última cita, regresó a casa con la cara llena de lágrimas, hasta llegar al punto que conducir fue casi imposible.
“Tuve que parar varias veces debido a que no podía ver nada, no sabía dónde me dirigía”, cuenta.
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“Me encontré con sus padres y con más seres queridos. Les pedí que por favor me esperasen fuera de la habitación porque quería parecer feliz y jovial. Y que, en el caso de que me acompañasen, si les entraban ganas de llorar, saliesen rápido porque si no, no podría hacer mi trabajo”, explicó el hombre.
Ninguno de los familiares lo acompañó, él entro y dijo:
“¿Qué es lo que he oído por ahí? ¿Que crees que vas a echar de menos la Navidad? No te preocupes. Los elfos tenían este regalo hecho para ti desde hace mucho tiempo”, le dijo al pequeño de cinco años y entregó el regalo que sus padres habían comprado.
Recuerda que el niño estaba emocionado y tuvo que ayudarle a romper el envoltorio porque estaba demasiado débil para hacerlo él solo, pero cuando terminó de desenvolverlo sonrió.
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Fue en ese momento cuando el pequeño lo miró y le contó que iba a morir, pero después de escuchar que era el elfo número uno de Santa su rostro reflejó mucha alegría y después de eso murió.
Schmitt-Matzen ha necesitado dos semanas para recuperarse del impacto, pero asegura que no ha conseguido quitarse de la cabeza la imagen de los ojos del pequeño mirándolo todo el tiempo.
“Para ser un buen Santa lo importante es tener sentimiento sinceros; tener una buena barba o un buen ‘Ho, ho, ho'” explicó.
Santa no ha querido dar información de quién era el niño, la familia o la enfermedad que padecía para evitar exponer a la familia.