Las autoridades guatemaltecas arrestaron este lunes a un “falso monje” acusado de pedirle dinero a sus víctimas a cambio de no asesinarlas.
Agentes de la División Nacional Contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas de la Policía Nacional Civil realizaron la captura de Valdemar Albeño Arriaza, de 40 años, en una iglesia de la zona 3 de Quetzaltenango.
El arresto de este hombre, que iba ataviado con una túnica marrón ceñida en la cintura, se produjo tras denuncias sobre extorsión que cometía el sospechoso. De acuerdo con las investigaciones, en uno de los casos el sujeto exigió 25,000 quetzales (unos 3,250 dólares) a cambio de no atentar contra la vida de su víctima.
Los agentes efectuaron la detención cuando Albeño se disponía a recoger un paquete que simulaba contener la cantidad de dinero solicitada.
Según la información preliminar, el “falso monje” está acusado de “extorsionar a varias personas de este departamento” y se disfrazaba para “no levantar sospechas”.
Los investigadores señalaron, además, que el detenido es un supuesto “adivino de un centro espiritista”, donde aprovechaba para obtener todos los datos de sus clientes y posteriormente víctimas que llegaban a dicho lugar.
A ellas les decía que debían entregarle el dinero a un sacerdote y se disfrazaba de religioso para cobrarlo.
El último informe de la organización humanitaria Grupo de Apoyo Mutuo señala que más de 64,300 personas fueron víctimas de extorsión en Guatemala entre 2008 y 2018, uno de los delitos que más aqueja a la población aunque más a los hombres que a las mujeres.
Este delito no solo provoca el deterioro económico de las familias, sino también trauma y temor de lo que les pueda ocurrir si denuncian los hechos y por ello la organización advierte que la cifra podría ser mayor a esa.
Este fenómeno criminal, que ocurre en toda Centroamérica pero principalmente en Guatemala, El Salvador y Honduras -países que integran el Triángulo Norte de Centroamérica-, “es difícil” de medir y es una de las causas de la migración irregular.
Y aunque en su mayoría es un crimen que se le atribuye a las pandillas, cada vez más las autoridades guatemaltecas han detectado personas individuales y grupos de imitadores que se aprovechan de la zozobra para también llevarlo a cabo.