Trabajadora humanitaria salvadoreña varada en Francia: “Esperaría un plan, un tono conciliador que no nos haga sentir como parias”

La compatriota narra su experiencia como varada y el futuro que prevé luego de la pandemia del COVID-19.

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Foto: Cortesía

Por Lilian Martínez

2020-05-10 12:25:22

Sonia lleva 11 años trabajando en misiones humanitarias. Tras su última misión, en Mozambique y ante el cierre del aeropuerto de Londres, quedó varada y tuvo otra opción que pedir posada a su suegra, quien vive en Olerón, una isla de Francia… No, no está de vacaciones. Pasa los días teletrabajando y preocupada… En El Salvador su familia tiene dificultades para atender a su padre, quien tiene Parkinson.

Así es como Sonia narra su experiencia como varada y el futuro que prevé luego de la pandemia:

Yo soy trabajadora humanitaria (logista), para la Cruz Roja, mi última misión  había sido en Mozambique y regresé a El Salvador el 29 de febrero después de una misión de 6 meses. Como parte de la misión, debía ir por 4 días a Londres del 13 al 17 de Marzo para participar en una conferencia en la cual yo dí una charla sobre el manejo de residuos de los campos de refugiados en Mozambique luego del paso del Ciclón Idai. La idea era también compartir experiencias para responder al COVID-19, ya que yo soy parte del equipo de respuesta a emergencias de la Cruz Roja británica.

El día que yo tendría que haber salido de Londres, cerraron el aeropuerto. Y la Cruz Roja me preguntó si tenía con quién quedarme. Le pedí posada a mi suegra, quien vive en Olerón, una isla en Francia, y ella amablemente aceptó.

Llegué a Bordeaux justo el día y hora en que Francia cerró fronteras también y desde el día que llegué a la isla no he salido más que a un chequeo médico y al supermercado, un total de 4 veces.

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Tengo que decir que soy muy afortunada ya que mi trabajo con la Cruz Roja terminaba con esa conferencia, y me quedaba desempleada; pero por suerte ahora puedo trabajar con otra organización de forma remota apoyando la formulación de proyectos de emergencia para Latinoamérica con el COVID. El mantenerme ocupada me ayuda a sentirme útil. También agradezco a la Cruz Roja Británica la gentileza de haber dejado mi vuelo abierto para cuando pueda regresar.

La razón por la que yo terminé mi misión fue porque mi padre está enfermo con Parkinson e insuficiencia renal, el plan era que ya estando en El Salvador iríamos a ver a un doctor para que nos diera el protocolo más adecuado a seguir debido a la complicación al tener ambas enfermedades, algo difícil de seguir si no nos tiene a nosotras a su lado. Mi hermana ha hecho un gran esfuerzo por seguir con su negocio (una funeraria) y cuidar a mi padre, eso me entristece porque no puedo ayudarla. Además, yo tengo que seguir un tratamiento médico que debe ser realizado este año del que prefiero no dar detalles. ya tenía la cita lista en El Salvador.

Sonia, la trabajadora humanitaria salvadoreña varada en Francia. Foto/Cortesía

Al llegar a Francia me puse en contacto con la embajada, quienes me informaron que había 2 compatriotas que no tenían donde quedarse en París. Yo entiendo que la embajada se movió para apoyarlos, por eso menciono que mi situación en ese sentido no se compara con otros compatriotas, incluso ahora recibí un mensaje en el Whatsapp del grupo de varados en el que una compatriota en Barcelona necesita encontrar con urgencia dónde quedarse porque el AIRBNB no le puede extender contrato.

En general la embajada hace lo que puede, sin embargo, también tengo la sensación que no tienen un plan claro, más que recopilar información. A veces me traiciona la ansiedad. El domingo pasado me pidieron por segunda vez mi pasaporte y la copia de mi vuelo anulado y yo pensando que siendo domingo a lo mejor esta semana nos decían algo; pero al momento que le escribo ya es viernes en la tarde y no me contestan los mensajes. Sin embargo, los entiendo y aprecio su amabilidad.

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Como le mencioné estoy en la Isla de Oleron, una zona que no se ha visto afectada tanto por el COVID (está en las regiones marcadas “verdes” de Francia). Estamos realmente muy aisladas, al inicio fue difícil pues me autoaislé para proteger a mi suegra (su nombre es Martine) ya que por su edad, 72 años, yo quería estar segura de estar sana. Así que los primeros 15 días pasaba en un solo lugar de la casa, con máscara y lavando todo lo que tocara, incluso con mi propio set de vasos y platos.

Ella es una mujer extraordinaria, que trabaja en una asociación que reparte comida a los más necesitados en la isla. No pago alquiler, pero cada semana hago el super como muestra de agradecimiento. Si me hubiese quedado en un lugar -de haberlo encontrado-, lo hubiese costeado topando las tarjetas de crédito. Sin contar que en Francia los hoteles y hostales estás cerrados hasta el 11 de mayo.

Si me pregunta ¿cuál es mi necesidad más urgente? Es saber qué pasará, tener un plan siempre es algo que me da seguridad. Puede que por ser logista. Pero al escuchar a mi hermana y las dificultades que está pasando, a mi esposo, que es extranjero y se ha quedado en el país, y a mi padre me pregunto: “¿Yo debería estar ahí con ello?”. No me arrepiento de haber viajado: es mi trabajo y el imperativo humanitario debe prevalecer.

Yo entiendo que la sociedad tiene miedo, he estudiado mucho al COVID-19 dentro del aspecto de respuesta humanitaria y estaremos enfrentando situaciones en las cuales el prejuicio y el miedo al otro serán comunes. Por un momento me he obligado a no leer redes sociales porque el tono agresivo puede ser desalentador; sin embargo entiendo que es el miedo el que habla. De las autoridades esperaría un plan, un tono conciliador que no nos haga sentir como parias.

Quiero creer que como sociedad saldremos mejor de esto. He pasado los últimos 11 años viajando en misiones humanitarias alrededor del mundo y no he vivido (nadie lo ha hecho) una situación de tanta envergadura. También me preocupa la salud mental y la economía. Creo que es importante encontrar el balance para que el combate a la enfermedad no cause más daños a más personas, en otras palabras que la medicina no sea más dura que la enfermedad.