La sociedad japonesa está plagada de exigencias personales y colectivas, se caracteriza por mostrar y vender perfección. No permite ser débil, mostrar emociones y menos fracasar, quizás, estas sean algunas de las razones que marcan una tendencia en el suicidio de celebridades.
Una sucesión de suicidios de figuras públicas ha mostrado que muchos sienten que deben de ocultar sus dificultades personales y la situación se ha complicado aún más durante la pandemia causada por el COVID-19.
El último caso fue el de Yuko Takeuchi, quien parecía tener una vida dorada, puesto que había ganado tres veces el premio de mejor actuación de Japón y recientemente había dado a luz a su segundo hijo. También participó en una de las películas más taquilleras del año pasado y en anuncios de una marca líder de ramen, según publicación de The New York Times.
La actriz tenía 40 años y murió el mes pasado, aparentemente se suicidó. Hasta el momento se desconocen las razones, pues se le veía muy bien y feliz, pero en una sociedad donde se valora el “gaman”, entendido como la resistencia o abnegación, muchos sienten la presión de ocultar sus dificultades personales.
Se vuelve aún más complicado cuando el éxito de las celebridades depende de la proyección de un ideal impecable. Takeuchi es sólo un caso, antes de ella se suicidó la actriz Sei Ashina de 36 años y dos meses antes el popular actor Haruma Miura, de 30 años, fue encontrado muerto en su casa junto a una nota de suicidio.
Otro caso es el de Hana Kimura, luchadora profesional y protagonista del programa de telerrealidad Terrace House, se quitó la vida después de un incesante acoso en las redes sociales. Ella es la única de las celebridades suicidas que mostró signos públicos de angustia emocional.
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“Como sociedad, sentimos que no podemos mostrar nuestras debilidades, que debemos contenerlo todo. No es solo que las personas sientan que no pueden acudir a un consejero o terapeuta, sino que muchos sienten que ni siquiera pueden mostrar sus debilidades a las personas cercanas”, dijo Yasuyuki Shimizu, director del Centro de Promoción de Contramedidas contra el Suicidio en Japón.
Según las cifras recientes, los suicidios han aumentado durante la pandemia, después de una década de declive de una de las tasas más altas del mundo. Las autoridades de Japón informaron un aumento de casi el 16 % en los suicidios de agosto en comparación al mismo periodo del año pasado. Además, el número aumentó en un 74 % entre las adolescentes y mujeres de entre 20 y 30 años.
Este último dato está explicado porque la modalidad de teletrabajo ha obligado a las familias a confinarse en sus hogares, causando un incremento de la ansiedad en mujeres que deben equilibrar la vida laboral y familiar. Mientras que algunos hombres que de repente han pasado más tiempo en casa se han dedicado a las tareas domésticas y al cuidado de los niños, otros aún han dejado la mayor parte a sus esposas.
“Hay mujeres en casa con maridos que trabajan en el hogar, y esto puede ser muy asfixiante para ellas”, dijo Toshihiko Matsumoto.
A esto se suma la violencia domestica o de género que podría darse al interior de un hogar.
Pero esto no es todo, las redes sociales ejercen un alto grado de presión, pues los japoneses se sienten obligados a mostrar que están bien, que son felices y tienen una vida perfecta, así lo explicó Shimizu.
“Esto puede ser, definitivamente, causa para caer en una espiral de depresión” si tu realidad no coincide con el retrato curado de otra persona, dijo.
Incluso lejos de las redes sociales, los japoneses tienden a proyectar una imagen pública positiva. Existe una estricta división entre ‘uchi’ (el hogar o adentro) y ‘soto’ (afuera), con emociones restringidas a la esfera privada. Las personas también sienten que deben ajustarse a las reglas y no sobresalir de formas que puedan percibirse como una carga para los demás.
Otro aspecto que influye en el alto índice de suicidios en la sociedad japonesa son los tabús que rodean la salud mental, puesto que las personas se rehúsan a buscar ayuda por temor “al qué dirán”.
Esta es una de las principales diferencias entre Japón y Estados Unidos, en este último las figuras públicas incitan a la población a hablar abiertamente más sobre la búsqueda de ayuda psicológica, mientras que en Japón es un tabú y ha tardado más en desarrollar servicios de salud mental.
“Si eres una persona en el centro de atención y los medios de comunicación descubren que recibes apoyo de salud mental, eso sería perjudicial para ti y tu carrera. Si sales una vez por una enfermedad mental, esa es la imagen que se adherirá a tu marca para siempre. Y cuando eso suceda, cada vez llegarán menos ofertas de trabajo”, explicó Tamaki Tsuda, productora de televisión.
En las celebridades también se suma la situación económica influenciada por la pandemia, puesto que los negocios del espectáculo han sido suspendidos provocando que los ingresos económicos bajen drasticamente.
“La gente de la industria del entretenimiento perdió sus trabajos en un instante cuando llegó el coronavirus, por lo que ha sido un golpe extremo. Muchos de estos actores recibieron horarios en blanco durante los últimos meses por parte de sus compañías de representación”.
Además, están con el latente temor que celebridades de generaciones más recientes se antepongan a ellos. La carga se vuelve aún más difícil porque los japoneses tienen la costumbre de exigirse y culparse a ellos mismos, aunque no tengan una influencia directa en los hechos, así como la pandemia actual.
“Desafortunadamente, con la mentalidad japonesa, tenemos la tendencia de culparnos a nosotros mismos (…) tal vez no me contratan porque no soy lo suficientemente bueno”, dijo Hiromichi Shizume, otro productor de televisión.
Los expertos consideran que cambiar esta situación es difícil y requiere de mucho tiempo, sobre todo si el gobierno japones no incluye en su plataforma programas o un plan concreto que contribuya a la salud mental y educación en esta área.
