El cuadro clínico que presenta una persona contagiada de COVID-19 es complejo e incluso letal. El virus somete al organismo a un nivel máximo de estrés lo cual puede generar un colapso y por ende la muerte.
Durante el proceso virológico se ven afectados no solo los pulmones, sino también órganos como el corazón, riñones, páncreas e incluso el cerebro.
De ahí que no resulte extraño que las personas que las personas post COVID-19 puedan continuar experimentando una serie de síntomas tras haber logrado recuperarse.
Expertos han detectado al menos tres síntomas que son recurrentes en este tipo de pacientes. Afortunadamente señalan que no deben ser catalogados como señal de alarma.
Toda persona post COVID-19 experimentará dolor de espalda o de pecho, carraspera blanquecina y malestar general con sudoración fría y cefalea leve (como si me va a dar gripe), este último síntoma es intermitente.
Los médicos señalan otras posibles secuelas, aunque son menos comunes. El paciente podría experimentar cuadros de ansiedad o crisis de ansiedad; diarrea leve, pero persistente y mialgias localizadas con hormigueos y “venas hinchadas”.
En cuanto a los casos post neumonía COVID-19, los especialistas indican que los pacientes recuperados experimentarán cansancio fácil o disnea (dificultad para respirar) cuando hagan actividades.