“Yo mataba, cortaba cabezas. Era tan simple que comenzaba sólo con una llamada a mi celular, pero tan despiadada que culminaba comúnmente en una decapitación”, así confesó un sicario, quien no fue identificado, sus brutales asesinatos en México.
El hombre pertenecía al cártel de Sinaloa, liderado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, quien ahora guarda prisión de por vida en una cárcel de Estados Unidos, relató Infobae.
Según narra el sicario, siempre su armamento y su equipo se encontraban en una casa de seguridad, allí le entregaban una imagen de quien sería su víctima, “algún jefe de la policía que no ha querido pagar, o algún político que obstaculizaba las aspiraciones criminales de otro”, contó el hombre.
Tras identificar a su objetivo, el sicario esperaba la orden de atacar y a veces eso llevaba días. La víctima era vigilada en todos lados: su casa, oficina, en centros comerciales, etcétera.
El sicario aseguró que ganaba hasta 15 mil dólares por cada asesinato y comentó que desde que inició, a los 17 años, fue todo un profesional desde su primer “trabajito”.
Sin embargo, tras 20 años de haber sido un asesino, ahora se arrepiente de sus hechos y los hechos pesan en su conciencia.
El hombre operó durante varios años en la frontera, en Baja California, Sinaloa y Sonora. Y previo a que la guerra del narcotráfico escalara, se trasladó a Juárez donde el “El Chapo” envió a sus hombres a pelear por las rutas de trasiego de droga a Estados Unidos.
“Muchas veces ves cómo quedan las personas, con sus cabezas desbaratadas a balazos. Quedan grabadas en la mente”, explicó.
Esta no es primera vez que un sicario arrepentido revela a las autoridades sus crímenes.
Galdino Mellado Cruz “El Mellado”, fue miembro fundador de “Los Zetas”, también fue uno de los narcotráficantes que narró los hechos más inhumanos que vivió cuando era intregrante de la organización.