Las razones por las que Chile dio marcha atrás a la entrega de un carné de inmunidad

La cuestionada iniciativa ha sido valorada en su momento por varios países, pero no se ha llegado a concretar por carecer de base científica, además de no contar con el respaldo de la OMS.

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Varias personas usan mascarillas mientras hacen fila para ingresar a una sucursal de la oficina de fondos de pensiones en Santiago de Chile, para solicitar información sobre el retiro del diez por ciento de sus depósitos, el 24 de julio de 2020. Foto/ AFP

Por Agencias

2020-08-10 1:09:31

La idea de un carné de inmunidad COVID-19 para personas recuperadas de la enfermedad estuvo a punto de concretarse en Chile, pero esta terminó por postergarse en mayo pasado tras una fuerte polémica que se generó en ese país.

La propuesta que había sido planteada en el mes de abril por el entonces ministro de Salud, Jaime Mañalich, consistía en identificar “a las personas que con altísima probabilidad ya tuvieron la infección por coronavirus y son inmunes a adquirir una nueva enfermedad, a reinfectarse, y tampoco son capaces de transmitir esta enfermedad a otros”.

Mañalich, quien dejó el cargo en junio pasado, defendió en su momento que “la inmunidad que produce la infección por coronavirus dura mucho tiempo”, por lo menos “un año“. Según sus planes, quienes tuvieran este carnet iban a quedar liberados de todo tipo de cuarentena o restricción “porque no presentan un riesgo”.

No obstante, la controversial medida se aplazó en varias ocasiones, y a pocos días de iniciar con la primera entrega del documento Mañalich se retractó y explicó que su intención era dar a los pacientes un carnet de alta, ante los cuestionamientos sobre la inmunidad de quienes se recuperaron.

Pero el entonces titular de Salud volvió a insistir durante aquellos días en que este carnet significa que la persona “tiene una probabilidad alta, al menos por tres meses, de no contagiar la enfermedad”. Según indicó, se iba a distribuir de forma digital pero también presencial.

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El debate en el país latinoamericano se intensificó con la nota de la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicada el 24 de abril, donde advierte que no existen pruebas de que las personas que se curaron del COVID-19 y que tienen anticuerpos estén inmunizadas frente a una segunda infección, y consideró que los llamados “pasaportes de inmunidad” podían favorecer la propagación de la pandemia.

De acuerdo con medios internacionales, a los cuestionamientos se sumaron expertos y autoridades, incluyendo a la expresidenta Michelle Bachelet, ahora Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, que manifestó sus reservas sobre el proyecto.

Tras la polémica, en mayo pasado, el gobierno chileno postergó la entrega del carnet de alta para los pacientes recuperados de coronavirus al considerar que podría generar “discriminación” contra quienes porten el documento.

En ese entonces, Mañalich sostuvo que las personas con carné podrían gozar de “privilegios” ante una contratación laboral o para el ingreso a recintos públicos, sobre quienes no lo porten, lo que podría desencadenar “un problema de discriminación bastante severo”.

El debate en otros países

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel García Ayuso, anunció a finales de julio que pondrá en marcha en septiembre un proyecto piloto de ‘cartilla covid’ para que quienes tengan anticuerpos o se hayan sometido a una prueba PCR tengan registrada esa información.

Aunque el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, aclaró que el documento no es un “pasaporte de inmunidad”, sino un registro que no busca generar privilegios ni beneficios, médicos y científicos españoles se pronunciaron contra la propuesta.

“A día de hoy, la cartilla COVID no tiene utilidad, porque, cuando una persona ha pasado la enfermedad, no sabemos ni cuánta inmunidad ha generado y ni por cuánto tiempo”, explicó a Efe el presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos.

Salvador Macip, médico, investigador y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ahonda en esta idea: la cartilla “tendría que basarse en test serológicos rápidos, que por desgracia fallan bastante, y tendría que haber suficientes para toda la población. Solo esto ya es un obstáculo técnico insalvable”.

Según este científico, medidas así no tienen ningún sentido, ni médico ni social. Además, mezcla dos conceptos: las pruebas PCR, que miden si la persona está contagiada en ese momento, y las serológicas, que determinan si la persona tiene anticuerpos (y por tanto está en teoría protegida) contra el virus.

“La PCR sólo te dice lo que pasa en ese momento, no sirve para predecir si una persona se infectará o no”, señala a Efe Macip, quien subraya que, además, aún no está claro qué niveles de anticuerpos son necesarios para quedar protegido contra el virus, ni cuánto duran”.

Se han descrito casos de personas que parece que se han vuelto a infectar, dice este investigador, quien añade: “no sabemos suficiente aún sobre la inmunidad que causa el virus”.

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Por su parte, Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (del CSIC) y responsable de uno de los proyectos españoles para encontrar la vacuna contra la COVID-19, recuerda que la cartilla ha sido ya desaconsejada por la OMS.

A finales de mayo, la prestigiosa revista científica “Nature” publicó un artículo con las 10 razones por las que el pasaporte inmunitario era “una mala idea”, firmado por Natalie Kofler de la Facultad de Medicina de Harvard (EE.UU) y Françoise Baylis de la Universidad de Dalhousie (Canadá).

Para las autoras, “cualquier documento que limite las libertades individuales sobre la base de la biología corre el riesgo de convertirse en una plataforma para restringir los derechos humanos, aumentar la discriminación y amenazar -en lugar de proteger- la salud pública”.

A finales de marzo, la idea de los pasaportes de inmunidad también comenzó a resonar durante el apogeo de la pandemia en Europa, según un artículo de eldiario.es.

Agrega que en Alemania, tras el debate de una posible confusión que un pasaporte de inmunidad podría ocasionar en la sociedad se acordó que el tema se volverá a discutir siempre y cuando se basen en evidencias científicas.

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La propuesta también ha encontrado su eco en Reino Unido, donde el Secretario de Salud, Matt Hancock, ha insinuado el posible uso de un “certificado” para aquellos con anticuerpos para el coronavirus que permitiera que parte de la población vuelva a la vida “normal”. Sin embargo, parece que el Gobierno británico se ha alejado del término a medida que continúan surgiendo pruebas sobre cómo se desarrolla la inmunidad tras pasar el COVID-19, apunta The Guardian.

También en abril, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, dijo que los certificados de inmunidad se estaban sopesando en el país y que “en realidad podrían justificarse bajo ciertas circunstancias”.

Salud planea entregar carné de inmunidad, pese a que OMS no lo recomienda por falta de evidencia científica