Mary Bell, la niña psicópata de Inglaterra que horrorizó con sus crímenes

Psiquiatras determinaron que tenía un trastorno psicopático causado por los maltratos de su infancia. Sus crímenes iniciaron en la década de los 60, luego de un pasado aterrador con su propia familia.

descripción de la imagen
Mary Bell cometió su primer crimen un día antes de cumplir los 11 años. Foto captura de pantalla.

Por Agencias

2020-11-01 7:40:32

Mary Bell tenía 11 años cuando a sangre fría mató a su vecino Martin Brown, de cuatro años, y meses después a Brian Howe, de tres años.

La madre de Martin narró que días después de haber encontrado el cadáver de su hijo Martin en una casa abandonada, la niña tocó a su puerta y preguntó si podía ver al pequeño. Entre lágrimas, la madre de Martin le dijo que él estaba muerto, Mary contestó con total frialdas: “Ya sé que está muerto. Lo quería ver en su ataúd”.

Mary estranguló al pequeño Martin, según declaró, lo hizo por aburrimiento, sangre fría y sin el menor cargo de conciencia. Todo ocurrió en 1968 en el barrio de Scotswood, en la ciudad de Newcastle, en el noreste de Inglaterra.

El caso conmocionó a toda una sociedad porque no se explicaban cómo tanta maldad podía anidar en el interior de una niña, pero luego se conoció que la pequeña sufrió todo tipo de abusos en su infancia y padecía un trastorno psicopático.

Podrías leer: VIDEO: Niños psicópatas, tres historias aterradoras de pequeños asesinos

La historia criminal de esta niña parece comenzar con la aparición del cadáver del pequeño Martin Brown en una casa abandonada del humilde y precario barrio de Scotswood, el 25 de mayo de 1968. Entonces, nadie sospechaba que había sido asesinado. Había salido a jugar a la calle, como tantos otros niños se perdió y lo encontraron sin vida.

El niño tenía el rostro con sangre y saliva y un frasco de pastillas cerca de una de sus manos. Podría haber sufrido un accidente, una caída. Pero la autopsia reveló que lo habían estrangulado y le habían pegado un golpe a la cabeza.

Meses después Mary era acompañada de su amiga Norma, también de apellido Bell pero sin ningún parentesco. Norma tenía 13 años y seguía a todas partes a Mary, también la acompañaba a maltratar, amenazar y golpear a otros niños del barrio.

Un día entraron a una guardería en Scotswood, destrozaron varios objetos y dejaron una nota autoincriminatoria sobre la muerte de Martin y que nadie en ese momento tomó en serio: “Yo asesiné… así que volveré a hacerlo”.

VIDEO: El extraño e impactante caso de Beth, la niña psicópata

Después de eso, Mary cometió su segundo crimen en compañía de Norma. El 31 de julio de ese mismo año desapareció Brian Howe, de tres años. Él vivía en la calle Whitehouse, la misma donde vivía Mery. Brian salió a jugar y no regresó.

También lo estrangularon y en el vientre marcaron con una hoja de afeitar una N para luego modificarla en una M, también con una tijera le habían cortado mechones de pelo y le hicieron cortes en las piernas y en los genitales.

Cuando los vecinos estaban en plena búsqueda Mary le dijo a la hermana de Brian adónde encontrar el cadáver de su hermano, eso hizo que la Policía se fijara en las dos niñas.

En el primer interrogatorio las dos respondieron con evasivas y contradicciones. Mary mantuvo una actitud fría, manipuladora, pero cometió el error de mencionar las tijeras como el arma con el que hirieron a Brian, cuando nadie se lo había dicho.

Más tarde, cuando el detective a cargo del caso observó que Mary Bell se paraba en el frente de la puerta de la casa de Brian y hacía bromas a los familiares o se pasaba el tiempo frotándose las manos y sonriendo, volvió a la carga y la detuvo a ella y a Norma. En la estación de policía de Newcastle West End ambas fueron encerradas, desde cada una de sus celdas se gritaban insultos y acusaciones.

Recomendamos: VIDEO: “El estrangulador de Coyoacán” asesinó a su abuela porque lo apodó “Tutifrutti”

Finalmente, Mary Bell confesó. Contó que había cometido los crímenes.

“Lo hice únicamente por el placer y la emoción de matar”, dijo sin mostrar el mínimo grado de arrepentimiento ni empatía.

Norma, que permaneció también detenida a la espera del juicio que atravesarían ambas, también declaró lo que le relató su amiga el día de la muerte de Brian: “Apreté su pescuezo y presioné sus pulmones, así es como lo matás”.

El 5 de diciembre de 1968, comenzó el juicio contra las dos menores. Norma se quebró en un par de oportunidades, pero Mary Bell siempre estuvo impasible. Daba respuestas astutas y desafiantes. Por las pruebas presentadas y su propia confesión, la niña no tuvo muchas oportunidades de obtener la absolución.

Fue condenada el 17 de diciembre a cadena perpetua por el cargo de homicidio de los dos menores, aunque la condena fue, de acuerdo con lo que indicó el jurado, la de “homicidio involuntario por motivos de responsabilidad disminuida”.

La crónica de la sentencia publicada en el diario británico The Guardian daba cuenta de que la niña, por primera vez, se echó a llorar cuando escuchó su sentencia.

El juez Cusack señaló entonces que Mary Bell era peligrosa y que había “un riesgo muy grave para otros niños si no se la vigilaba de cerca”.

“Tengo poder para ordenar una pena de prisión y me parece que ningún otro método para tratar con ella en las circunstancias es adecuado”, dijo el magistrado.

Casi como para reconfirmar la opinión del juez, la propia Mary Bell había declarado en el juicio que le gustaba “herir a los seres vivos, animales y personas que son mucho más débiles que yo, a los que no se pueden defender”.

David Westbury, psiquiatra del Ministeriodel Interior de Gran Bretaña señaló en el juicio que la niña tenía un trastorno psicopático y que necesitaba un período de tratamiento que podía durar “varios años”.

Además: La mente de un feminicida: trastorno de personalidad con componentes psicopáticos y narcisistas

Norma, en tanto, fue declarada inocente. El jurado consideró que había actuado bajo la influencia de su amiga que, aunque era dos años menor que ella, la podía manejar a su antojo.

Las causas de su comportamiento 

Mary Flora Bell nació el 26 de mayo de 1957. El crimen de su pequeño vecino lo cometió un día antes de su cumpleaños número 11, pero posiblemente el origen de esa acción monstruosa la tenía planeada desde su infancia.

Como la propia asesina contó años después para un libro sobre su vida escrito por la periodista Gitta Sereny, la madre de Mary tenía tan solo 17 años cuando la tuvo a ella y siempre la consideró un estorbo. Adicta y alcohólica, la mujer intentó de diversas maneras deshacerse de su pequeña. Le suministraba drogas, algo que le provocó una sobredosis al año de vida y cuando era un poco más grande le mezclaba pastillas en la comida.

La madre de Mary se volcó a la prostitución y desde los cinco años la hizo participar en sus encuentros sexuales. La madre la entregaba al mejor postor y así fue como un pedófilo abusó de ella cuando tenía ocho años de vida.

Ante tales aberraciones, Mary se volvió inexpresiva y taciturna. Y comenzó a ejercer actos de crueldad. Torturaba a los animales del barrio y una vez una maestra de su escuela evitó que estrangulara a un compañerito de clases.

Mary fue enviada a una escuela reformatorio en Lancashire. Luego pasó por otros centros similares. En 1977, ya con 20 años, la muchacha volvió a salir en las tapas de los tabloides al saberse que se escapó de la prisión de baja seguridad de Moor Court para pasar la noche con dos jóvenes.

El 14 de mayo de 1980, Mary Bell recuperó finalmente la libertad. Las autoridades consideraron que ya no representaba un riesgo para la sociedad. La exconvicta pasó por varios trabajos en sus primeros tiempos, incluso en un comedor escolar. Mientras trataba de rehacer su vida, luchó en la justicia para que los medios respetaran su anonimato, sin el cual la gente no la dejaba en paz.

En 1984 Mary Bell fue mamá. Y en 1998, cuando salió el libro de Gitta Sereny, Cries Unheard, The Story of Mary Bell (“Llantos ignorados, la historia de Mary Bell”) todo se volvió a complicar. La sociedad se indignó al enterarse que la escritora habría pagado por el testimonio de Bell la suma de 50,000 libras (alrededor de 200,000 dólares a valores actuales).

Les parecía indecente que la mujer recibiera dinero por el relato de sus atroces crímenes. Entonces, un policía echó a correr la información de la identidad oculta y el domicilio de la mujer y su hija, y ambas tuvieron que huir del pueblo en el que vivían. Además, la hija adolescente de Mary Bell se enteró, gracias a este escándalo, de los crímenes que había cometido su madre.

En mayo de 2003, la exniña asesina logró que el Tribunal Supremo británico le renovara su derecho a preservar su intimidad, que había concluido cuando su hija cumplió 18 años. Esta vez, solicitó que su anonimato y el de su familia fuera de por vida. Y lo logró. Actualmente, se conoce como “la orden Mary Bell” a la norma que permite preservar oculta la identidad de expresidiarios.

Lo último que trascendió de Mary Bell, según el diario británico Daily Mail, es que, en 2009, y a los 51 años, se convirtió en abuela. En la ocasión, la madre de Martin, que moriría en 2013, volvió a dar su opinión. Y fue contundente: “Un niño es una bendición. Ella tomó mi bendición y me dejó con un dolor que me duró el resto de la vida. Espero que cuando ella mire a su nieto recuerde a los dos que asesinó”.

VIDEO: El extraño e impactante caso de Beth, la niña psicópata