El asesinato de Beatriz Mota estremeció a más de una nación por la brutalidad del ataque al que fue expuesta la menor de solo siete años cuando se encontraba en el interior de una escuela de Brasil acompañando a su familia en la graduación de su hermana mayor.
La niña se encontraba usando una playera blanca con la foto de su hermana al igual que toda la familia, según el testimonio de la madre Lucinha Mota, congresista, la menor se le acercó para decirle que tenía sed por lo que salió de la sala en la que se estaba realizando la ceremonia de graduación para buscar un bebedero, nadie se preocupó debido a que la menor asistía a esa misma escuela y conocía las instalaciones.
Aproximadamente a las 10:09 p.m., la menor abandonó el salón y a las 10:25 su madre comenzó a buscarla debido a que no regresaba. Solo unos minutos después Sandro Romilton, padre de Beatriz y maestro de la misma escuela interrumpe el acto para llamar a la menor por los altavoces, pero no obtuvieron ninguna respuesta de la menor.
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“Beatriz, ay hija mía, ¿dónde estás? Oye Bea, todos te buscan mi amor… Ella está vestida como yo, con la cara de su hermana” dijo el padre mientras mostraba la camiseta que la familia estaba usando.
Un grupo de padres y seguridad de la escuela comenzaron a buscar a la niña debido a que no podía estar muy lejos solo habían pasado 30 minutos desde que se apartó de sus padres. Uno de los guardias del colegio fue quien encontró el cuerpo de la niña en el interior de un gimnasio abandonado por la escuela debido a que se encontraba en malas condiciones.
Exactamente a las 10:50 p.m., se registró el hallazgo pasaron 41 minutos y la menor presentaba 42 heridas profundas provocadas por arma blanca.
El caso ocurrido en 2016 no había tenido una respuesta satisfactoria por parte de las autoridades, debido a que se había encontrado muy poca evidencia y no había testigos de lo ocurrido. Incluso en 2018 se confirmó que la misma policía había borrado parte de los videos de seguridad al hacer un mal uso de las grabaciones de la escuela.
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Siete años después del cruel asesinato las autoridades confirmaron la identidad del asesino.
Las autoridades cometieron una irregularidad tras otra y esto fue comprobado cuando omitieron procesos y no compararon la única muestra de ADN recolectada en la escena sino hasta años más tarde que se retomó el caso y confirmando la culpabilidad de Marcelo da Silva, de 40 años, un indigente que ya había sido encarcelado por agresiones a otra menor así como otros delitos.
El testimonio final confirmó que el sujeto y la menor se encontraron cerca de los bebederos y ella le habría cuestionado por el cuchillo, el sujeto intentó silenciarla encerrándola en el gimnasio, pero la niña comenzó a gritar despertando la ira del sujeto que le arrebató la vida.