La NASA viaja a Marte en busca de vida con el primer helicóptero “extraterrestre”
El lanzamiento se espera que sea este jueves y, según la programación, estaría aterrizando el 18 de febrero de 2021 después de un viaje de siete meses. El periodo de exploración se alargará por dos años.
Estados Unidos lanzará a Marte el 30 de julio su róver más sofisticado, un gran robot explorador de seis ruedas bautizado Perseverance y apodado Percy, para intentar encontrar evidencias de que hace 3,500 millones de años auténticos microbios poblaban sus ríos.
La temporada de lanzamiento de este año finaliza este jueves con la misión de la NASA. Este es el quinto explorador en la superficie del planeta rojo. El objetivo de esta misión es investigar si alguna vez hubo vida, ya sea ya sea en forma de antiguos fósiles o en depósitos subterráneos. Para ampliar el campo de visión, también usará el Ingenio, el primer helicóptero apto para vuelos fuera de la Tierra.
Esta es la tercera programación del lanzamiento, antes fue el 17 y 22 de julio pero se canceló. Un cohete Atlas V de la United Launch Alliance desde el Complejo de Lanzamiento Espacial 41, desde la Estación de la Fuerza Aérea de Cabo Cañaveral en Florida
Percy estará rodeado por un acantilado de barro de 60 metros de altura, que parece ser el borde de un delta de un río petrificado. Se cree que estos controvertidos sedimentos marcianos ocultan las respuestas a cómo este planeta, lejos del sol, fue capaz de retener agua líquida en su superficie.
¿Qué sabemos hasta el momento?
Hasta el momento se sabe que hace millones de años Marte tenía un campo magnético como la Tierra, pero este se apagó sin ninguna explicación. La falta de esta cubierta magnética que protegía al planeta del viento solar lo convirtió en un invierno helado. Sin embargo, debajo, el planeta tiene todo tipo de actividad geológica, según los resultados de la misión InSight.
Como parte del programa Mariner, que hizo posible el mapeo de la superficie de Marte, los científicos comenzaron a seguir el rastro del agua. A mediados de la década de 1970, el orbitador vikingo reveló un sistema ramificado de canales secos, rastros de antiguas vías fluviales, cuyos rastros correspondían a la forma de los valles de la Tierra erosionados por el agua.