OPINIÓN: Kanye West no va a ganar en Estados Unidos, pero…

Su apuesta presidencial puede tener algunas consecuencias desafortunadas para alguno de los dos claros contendientes, el mandatario actual y candidato republicano, Donald Trump, y su rival, el demócrata Joe Biden.

descripción de la imagen
Foto / Archivo / EDH / AFP.

Por Ricardo Avelar

2020-07-05 4:53:45

Kanye West no va a ganar las elecciones presidenciales de noviembre.

Me atrevo a pensar que el rapero es una de las personas más conocidas de la humanidad. Su música y su extravagancia lo han convertido en una figura de culto por casi dos décadas. Sus álbumes suman ya cientos de millones de ventas y descargas y, por si fuera poco, sus posturas trascendieron del arte a la religión, la política y la sociedad. Kanye West no pasa desapercibido.

Además de su popularidad, está el nombre de su esposa, Kim Kardashian, una de las personas más reconocibles en todo Estados Unidos y el mundo. La mera mención de esta atraerá cientos de miradas -o clics- a cualquier tipo de contenido. Es decir, ambos son imanes de atención. Pero Kanye no va a ganar la elección.

Eso no significa que su participación va a ser completamente inocua. De hecho, su apuesta presidencial puede tener algunas consecuencias desafortunadas para alguno de los dos claros contendientes: el mandatario actual y candidato republicano, Donald Trump, o su rival, el demócrata Joe Biden, quien fue vicepresidente de Barack Obama en sus 8 años de gestión. Para entender por qué puede afectarles, es necesario entender cómo votan los estadounidenses.

Kanye West anuncia su candidatura a la presidencia de Estados Unidos

Estados Unidos es famoso por ser un sistema bipartidista, es decir que dos bandos concentran virtualmente la totalidad de los escaños políticos de elección popular. El péndulo tiende a girar entre demócratas, que tradicionalmente ofrecen medidas más progresistas o que usted podría considerar “de izquierda” (con todas sus variantes) y los republicanos, más conservadores y con una agenda que bien podría ser de una derecha, con todos sus matices.

La presencia de terceros candidatos ha sido inefectiva para alcanzar grandes escaños. Desde 1861, con la victoria de Abraham Lincoln, todos los mandatarios han sido o demócratas o republicanos. Pero esto no quiere decir que algunos terceros candidatos no hayan tenido una marca. Esta es, principalmente, la de de partir el voto de un sector determinado y facilitar la victoria a alguien más.

Kanye West y Donald Trump conversaron con la prensa luego de haberse reunido en la torre Trump en Nueva York en 2016. Foto: AFP.

El caso más reciente y sonado es el de la elección de 2000, cuando George Bush (hijo) derrotó por un estrecho y polémico margen a su rival demócrata Al Gore. En esta elección, hubo un tercer candidato por el Partido Verde, una alternativa de centroizquierda: el reconocido activista Ralph Nader. Su defensa del medio ambiente, la democracia y derechos del consumidor lo volvían popular en círculos intelectuales y algunas élites hartas de lo que en su país se conoce como “mainstream politics”, es decir la política tradicional y sin mayor sofisticación.

Veinte años después, hay quienes culpan a Nader de haber dividido el voto demócrata y hacer facilitado la estrecha victoria de Bush. En Florida, por ejemplo, el tercer candidato obtuvo 97,000 votos y la diferencia fue de poco más de 100,000 para Bush. Y en New Hampshire, sacó 22,000 votos y la diferencia fue de 7,000 a favor de Bush. Ganar cualquiera de esos estados, por el sistema de colegios electorales, hubiera dado la victoria a Gore, y si bien no se sabe si esos votos habrían ido a los demócratas, aún se critica al activista por haber facilitado el triunfo de Bush.

Este caso es una muestra de que el papel que pueden jugar los terceros candidatos puede no ser el de aspirar a ganar, sino -y quizá de manera inadvertida- partir el voto. La mayoría de candidatos minoritarios de hecho pasan desapercibidos -como el libertario Gary Johnson en 2012 y 2016-, pero de vez en cuando surge un Nader que rompe el esquema.

¿Kim Kardashian, primera dama de Estados Unidos? 

Y eso puede pasar con Kanye West, cuya popularidad es astronómica. Su candidatura, además, llega en un tiempo especial para la política de Estados Unidos. Desde su campaña hace cuatro años, el presidente actual despotricó contra la política usual y los candidatos tradicionales. Además, le ha dado un toque de espectáculo, casi como “reality show”, a su presidencia, cargada de disputas personales, tuits rencorosos y controversias que más parecen un guión absurdo que la forma de liderar al país más poderoso del mundo.

Por tanto, en esta civilización del espectáculo (en palabras de Vargas Llosa), que una de las parejas más reconocidas del mundo (Kanye y Kim) decida lanzarse no va a pasar desapercibido y generará algún entusiasmo en sectores que se hartaron de Trump pero no confían en lo cuadrado de Biden.

Yo me atrevo a pensar que su candidatura no tendrá mayor propuesta, será un desvarío monumental y tendrá retazos de populismo mesiánico y apelaciones religiosas que el votante promedio no toma en serio, pero que pueden disputar terreno en ese mismo sector que cree que el COVID-19 es una conspiración o un ataque, en los terraplanistas, los antivacunas y otros círculos en la marginalidad de la política, pero que con el advenimiento del internet han ganado popularidad y encienden apasionados círculos de discusiones poco convencionales.

Y, también me atrevo a pensar, esto golpeará electoralmente a Trump. Su plataforma ha sido particularmente construida sobre la base de la rivalidad en lugar de propuestas serias y articuladas. Sus conductas erráticas a nivel local e internacional responden más a la instrumentalización del conflicto y el rating que a un cálculo de qué conviene más en el plano de lo técnico. Y su cuenta personal de Twitter es un sumario de polémicas que si bien disgustan a muchos, mantienen a casi todos pendientes. Es muy adictivo.

Me parece que en el bando demócrata, las causas contra Trump son tan imperantes (su falta de condena al racismo, su política exterior errática, su inhumano trato a los migrantes) que hay poco tiempo para el espectáculo y que la candidatura de West no representa un riesgo. De hecho, parte del electorado de este partido le recrimina haber manifestado su apoyo a Trump desde hace unos años.

Kanye West no va a ganar la elección. Pero su candidatura puede seguir dos caminios: o pasa desapercibida y se vuelve solo comidilla de los medios y las redes, o puede pasarle factura a quien ya instrumentalizó el espectáculo como su gran estrategia: Donald Trump.

Trump contra Trump

En este análisis, El Diario de Hoy muestra cómo la pandemia del COVID-19, las protestas antirracistas y el comportamiento del propio presidente de EE. UU. obstaculizan su apuesta por reelegirse el 3 de noviembre.