Washington extrema seguridad para el traspaso presidencial

El poder militar de Estados Unidos se exhibe en Washington como parte del alto despliegue de seguridad para garantizar la toma de posesión del presidente electo y la integridad del proceso constitucional y democrático de la primera potencia del mundo.

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Por Tomás Guevara

2021-01-15 7:08:31

La joya de la corona de la capital estadounidense se ha convertido en una fortaleza impenetrable. El emblemático Capitolio donde culmina la Explanada Nacional, conocida como el Mall, está resguardada por un despliegue militar y de seguridad sin precedentes.

Estamos en la cuenta regresiva para que el presidente electo Joe Biden y su vicepresidenta Kamala Harris juren al cargo en las escalinatas del Capitolio como dicta la Constitución, juramento que les tomará la máxima autoridad del sistema judicial del país, John Roberts, presidente de la Corta Suprema de Justicia de los Estados Unidos.

Lo que en inauguraciones presidenciales anteriores se convertía en una fiesta en la capital estadounidense, con festivales que antecedían el gran evento del día 20, para resaltar la cultura y los valores democráticos; esta vez esas actividades se han quedado relegadas ante la situación de emergencia sanitaria causada por el COVID-19 que castiga silencioso y letal al país.

Pero también por las amenazas domésticas que saltaron a las pantallas y a la conciencia colectiva nacional e internacional con el asalto planeado al Capitolio para detener la certificación de los resultados electorales del 3 de noviembre con el legítimo ganador, Joe Biden; un atraco alentado en gran parte por el mandatario saliente, que culmina su gestión solo, silenciado y amenazado a encarar procesos judiciales por su deriva autoritaria cuando salga de la Casa Blanca.

Este jueves, en un recorrido por los alrededores del Capitolio, era palpable la extrema seguridad montada en el transcurso de esta semana que ha ido abriendo los anillos de protección alrededor del Capitolio. Militares con armas de guerra custodian un segundo perímetro, el primero lo tiene bajo control la policía del Capitolio. Para entrar a los edificios de la Cámara de Representantes y del Senado solo se puede hacer con credenciales autorizadas para legisladores, trabajadores y periodistas acreditados.

La máxima alerta inició el lunes cuando la alcaldesa del Distrito de Columbia, Muriel Bowser, llamó al secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, DHS, Chad Wolf, que renunció esa misma tarde al cargo, como parte de la debacle de Donald Trump por su intento de violentar la voluntad ciudadana, para extremar las medidas ante los indicios dados por las agencias de inteligencia y seguridad del país que seguidores del mandatario saliente volverían a intentar enturbiar el proceso ante la frustración del primer asalto repelido y condenado por todas las sociedades democráticas.

Para reducir posibilidades de alojamiento de los revoltosos en la ciudad capital y sus alrededores, la alcaldesa de Washington y autoridades de ciudades periféricas en Maryland y Virginia han cancelado las reservas de la plataforma Airbnb durante estos días de la inauguración; las cadenas de hoteles también están haciendo su parte.

“Hoy en respuesta a varios funcionarios locales, estatales y federales que piden a las personas que no viajen a Washington DC, anunciamos que Airbnb cancelará las reservas en el Área Metropolitana de Washington durante la semana de inauguración. Además evitaremos que se realicen nuevas reservaciones en el área de DC durante ese tiempo con el bloqueo de dichas reservas. A los huéspedes cuyas reservas se cancelen se les devolverá el importe total”, anuncio este miércoles la alcaldesa Bowser. Y a las compañías les compensarán por las ganancias que dejarán de percibir.

El alojamiento para personas que deseen llegar de otros estados ultra conservadores para generar disturbios quedan en parte limitadas. Estos días, los residentes del Área Metropolitana de Washington, un fuerte bastión del Partido Demócrata, están muy alerta ante camionetas con placas de estados fuera de la región que circulan por la ciudad, esto ante el temor de la llegada de fanáticos que busquen desestabilizar la inauguración presidencial.

La alcaldesa de Washington DC, que ha tomado un rol protagónico en estos momentos junto a su concejo municipal, han cancelado también los permisos de protestas, todos los recursos de la Policía Metropolitana estarán a disposición para apoyar el aparataje de seguridad establecido en la ciudad.

La disposición de seguridad en Washington de esta semana hasta después de la toma de posesión es la que en situaciones normales se imponía el día 19 de enero del inicio de una gestión presidencial, cuando la Avenida Pensilvania quedaba bloqueada y el área donde circula el desfile presidencial se convierte en un espacio de extrema seguridad, dado que el presidente se baja del carro blindado en algún trayecto para caminar en la calle donde le esperan los asistentes.

Ese recorrido de dos millas que la tradición manda y que inicia después del almuerzo de honor dentro del Capitolio, se mantendrá como parte del evento inaugural. El almuerzo había sido cancelado previamente para evitar riesgos de contagio por el coronavirus.

En casos históricos en condiciones climáticas adversas, como ocurrió a George W. Bush bajo una lluvia de agua nieve, en su primer mandato o a Barack Obama en su primera ceremonia de inauguración cuando Washington DC era castigado por un frío ártico que no impidió la estoica espera de cientos de miles de seguidores, para esta inauguración todas las previsiones han cambiado.

Algunos países como el reino de España han alertado este jueves a sus ciudadanos que residen en la región de la capital estadounidense o que estén de visita estos días a estar cautelosos ante las amenazas que han anunciado las autoridades federales.

Las amenazas de ataques estarían previstas por los insurrectos desde este 15 de enero hasta el día después de la toma de posesión, tanto en Washington como en los capitolios de legislativos estatales de los estados que los “trumpistas” consideran enemigos por no sumarse a la alteración del orden democrático establecido.