La intensa campaña electoral protagonizada en Estados Unidos durante los últimos meses llegó ayer a su etapa final, los tan ansiados comicios. Sin embargo, tras horas de votos, largas colas y distanciamiento social, no sucedió lo más esperado: la declaración de un ganador.
Al cierre de esta nota, a las 11:20 de la noche, ni Donald Trump ni Joe Biden habían alcanzado el número mágico de 270 miembros del colegio electoral para poder declararse como el próximo mandatario.
Los resultados preliminares parecían favorecer a un Trump que, contra la mayoría de pronósticos, iba agenciándose victorias importantes en estados como Florida, Carolina del Norte u Ohio. Estos 3 territorios son parte de un cúmulo de estados donde se decide la elección.
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El primero de ellos, Florida, supuso un enorme respiro para el presidente actual que lucha por la reelección. Con 94% de los votos procesados al cierre de esta nota, Trump tenía 5,637,564 marcas, es decir 51.2% del total, mientras que Biden tenía 5,256,552 votos, es decir 47.7% del total.
¿Fin de la contienda? ¡No!
Pero la suerte aún no está echada. Si bien Trump seguía arriba en los referidos territorios, y en estados importantes como Michigan, Wisconsin o Pennsylvania, hay un factor a considerar antes de cantar victoria: el voto anticipado.
Y es que la pandemia del COVID-19 y la necesidad de mantener distanciamiento físico llevó a que un inédito récord de más de 100 millones de estadounidenses votaran de manera anticipada en este país.
Esto produjo complicaciones logísticas en algunos territorios. Además, en algunos estados como Pennsylvania, Wisconsin o Michigan, no se permitía avanzar con el conteo de estos, por lo que la tabulación de estos resultados podrá generar cambios en las tendencias que hasta anoche favorecían a Trump.
Esto, pues el gran grueso de los votos anticipados se presume que vinieron de electores demócratas, quienes tuvieron mucha mayor conciencia de los riesgos del COVID-19 y estuvieron menos dispuestos a desafiar las medidas de distanciamiento que, de momento, son meramente sugeridas en el país.
En resumen, el presidente Trump terminó su jornada sabiendo que tenía una ventaja y que sus prospectos de reelegirse seguían vivos, después de permanecer abajo en las encuestas por bastante tiempo.
Sin embargo, el bando demócrata de Joe Biden terminó la jornada sabiendo que aún le quedan caminos para alcanzar la victoria.
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Por ejemplo, una probable victoria en Arizona le dio mucho oxígeno a su campaña al final del día. Este estado lo ganó Trump en 2016 y al cierre de esta nota, Biden tenía una ventaja de 8.6%, con el 76% de los votos escrutados.
Otra buena noticia para los demócratas fue Virginia, que la agencia Associated Press proyectó a favor de Biden alrededor de las 10:30 de la noche, hora de El Salvador.
Incertidumbre y tensión
La suerte en el camino a los 270 electores no está echada para ninguno de los candidatos aún. Esto puede ser problemático, pues entre más tarden en llegar los resultados, más se genera desconfianza en la integridad del sistema.
Y en un ambiente electoral particularmente polarizado y agresivo, y aún con la sombra de los enfrentamientos por la violencia racial en algunos estados, la falta de resultados puede ser detonante de violencia.
Prueba de ello es que en muchas ciudades, muchos negocios aparecieron con barricadas el día de la elección, previendo que haya disturbios y que los manifestantes canalicen su ira contra las vitrinas de sus establecimientos.
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¿Otro error de las encuestas?
En los días anteriores a la elección, las encuestas mostraban un claro camino para que Biden se llevara la victoria.
Esto, de momento, no ha sucedido, pero tampoco han errado del todo hasta el cierre de esta nota. Pronosticar una elección donde los votos no se cuentan al mismo tiempo es una tarea difícil de lograr para estas casas encuestadoras.
Sin embargo, hay algunos factores que desde ya se puede considerar que dejaron de lado o acaso no lograron ver. Uno de ellos es lo que se conoce como la mayoría silenciosa, es decir un grupo de votantes de Trump que no lo decía abiertamente.
Otro, es que mientras los demócratas apostaron al voto anticipado en modalidad postal o presencial, los republicanos dedicaron las últimas semanas para promover el voto presencial este 3 de noviembre.
Eso energizó a la base que encontró en Trump un candidato animado, activo y aparentemente incansable. Como él mismo admitió, su garganta ya no daba después de seis mítines en dos días.
Eso equivale a un intenso cierre de campaña, en contraste con un Biden, cuya prudencia para evitar contagios lo mantuvo lejos de estas demostraciones de masas que bien sirven para motivar un último empuje de votantes.
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