El crimen de Polly Klaas, la niña secuestrada en una pijamada y luego estrangulada en un bosque de California

En la actualidad, el asesino aún espera en el corredor de la muerte en la prisión de San Quentin. Este crimen sigue conmocionando a Estados Unidos 26 años después.

descripción de la imagen
Retrato de Polly/ Foto de Facebook (Polly Klaas Foundation)

Por Kevin Rivera

2019-12-03 5:04:53

Disfraces, maquillaje, comida chatarra, videojuegos, charlas y risas hasta tarde eran los planes que Polly Klaas y sus amigas tenían para la pijamada que habían programado para el 1 de octubre de 1993. Pero un hombre convertiría ese día en un infierno.

Las tres chicas de doce años que vivían California se divertían en una pijama party. Los padres no tenían nada que temer, sus hijas estarían en un hogar seguro de una familia que conocían hace años.

De acuerdo a un artículo de Infobae, Gilliam P., una de las niñas, llegó a la casa de Polly a las 7:30 p.m. Decidieron que comerían paletas heladas, así que fueron a comprarlas a un negocio que quedaba cruzando el parque Wickersham. Al volver encontraron a Kate McLean, la tercera chica, con su madre. El grupo estaba completo.

Empezaron los juegos: las chicas se pintaron y disfrazaron. Polly eligió vestirse de hippie y Gilliam la maquilló. Luego, siguieron jugando Nintendo y riéndose a carcajadas.

Polly cuando cumplió 10 años/ Foto de Facebook (Is Polly Klaas alive?)

A las 10, Eve Nichol, la madre de Polly, entró y les pidió que bajaran la voz y gritaran menos, así ella y Annie- la medio hermana menor de Polly- podrían dormir. Los cuartos estaban separados solamente por el baño de la hija. Las niñas obedecieron y un rato después decidieron acostarse.

Se llegaron las 10:30 de la noche. Polly abrió la puerta de su cuarto para ir a buscar las bolsas de dormir para sus amigas. Pero ahí se encontró a un hombre barbudo, con los brazos tatuados, y quien portaba un cuchillo. Polly no logró pronunciar palabra. Él se abalanzó sobre ella, entró a la habitación donde se encontraban las demás niñas y cerró la puerta.

El hombre las amenazó diciéndoles que si gritaban les cortaría el cuello. Les ordenó tirarse boca abajo. Al principio, Kate y Gilliam pensaron que era una broma, pero conforme pasaron los minutos se dieron cuenta que no era así. Él las ató con tiras de ropa y con el cable que cortó del Nintendo de Polly, las amordazó, les tapó el rostro con las fundas de sus almohadas y les aseguró que solo quería robar y que saldría de la habitación para buscar dinero. Les exigió que contaran hasta 1,000 y les dijo que, para cuando terminaran de hacerlo, él ya se habría ido. Así lo hizo, pero se llevó a Polly.

Durante todo ese tiempo, la madre de Polly, Eve, estuvo dormida. Las otras dos niñas, al lograr librarse de sus ataduras, la despertaron y la alertaron.

Buscaron a Polly por toda la casa y no la encontraron. Entonces, Eve decidió llamar a la policía. Según los agentes que atendieron la llamada, la madre sonaba algo desorientada y nerviosa: “Aparentemente un hombre se introdujo en casa y se llevó a mi hija (…) ella tiene 12 años y medio”. Comenzó a desesperarse y gritó: “¡Ella no está aquí! No escuché nada… ¡estaba dormida!”.

El telefonista de emergencias pidió hablar con una de las menores. Kate McLean contestó nerviosa y narró lo sucedido: “Él se llevó a Polly… Nosotras sentimos cerrarse la puerta”. Siguió contando lo sucedido con lágrimas en su rostro y dijo que su madre aún no estaba al tanto. Al contactarla, dijo que ella había visto un hombre barbudo, con el pelo recogido en una colita, tatuado y con una bolsa en la mano, cuando fue a dejar a su hija a la casa de los Klaas.

Otros vecinos dijeron también que habían visto a un sujeto como el de la descripción merodeando la casa y en un parque cercano. Todos comprendieron que ese desconocido era quien se había llevado a Polly.

El cruel asesinato de Polly y un error policial

Esa misma noche del secuestro, el hombre barbudo habría chocado y atascado su auto en un barranco del área rural de Santa Rosa, a unos 30 kilómetros al norte de Petaluma. Dos oficiales de policía fueron alertados del hecho por una mujer. Al llegar encontraron al individuo apoyado sobre el baúl, fumando. Se acercaron y le solicitaron el registro y los papeles del vehículo.

El hombre en cuestión se llamaba Richard Allen Davis. Revisaron, pero ni él ni su auto tenían pedido de captura. Grave error. Los agentes no tenían acceso a las bases de datos de casos recientes donde podrían haber leído el expediente con todos los intentos de secuestro que realizó, y hubieran tenido en cuenta las características que las niñas habían narrado sobre el hombre que secuestró a Polly.

Los agentes Rankin y Howard registraron cuidadosamente el interior del vehículo. No vieron nada más que cerveza, pero no lo consideraron ilegal, ya que Davis no estaba manejando en ese momento. Llenaron unos papeles con los datos de Davis y llamaron una grúa para sacar el coche.  Luego lo escoltaron a la ruta y lo dejaron ir.

Esos agentes no tenían idea que una niña de 12 años había sido raptada por el sujeto barbudo, de mediana edad, a pocos kilómetros de allí.  Todo porque los equipos policiales usaban distintos canales de comunicación. De haber sido así, el final hubiera sido otro. Porque cuando ellos estuvieron con Davis luchando por sacar el auto de la zanja, en la oscuridad de la noche, Polly todavía estaba viva, escondida muy cerca.

Davis le habría ordenado a Polly esconderse entre los arbustos y matorrales mientras llegaban los policías. Una vez que extrajeron el coche, los policías lo escoltaron hasta la ruta. El hombre esperó media hora y volvió al lugar. Se sorprendió al encontrar a la niña donde la dejó, sin que hubiera intentando escapar. La subió de nuevo al coche, manejó en medio de la oscuridad, se detuvo en una gasolinera y luego, condujo hasta la ciudad de Cloverdale. Allí, en un paraje desolado, la estranguló y la enterró.

La confesión de Davis

Detuvieron a Davis luego de que el detective Mike McManus fuera alertado por Danna Jaffe, la mujer que avisó sobre el accidente del hombre barbudo y misterioso fuera de su casa. Ella habría encontrado, en el lugar donde Richard chocó, unas leggins infantiles rojas. A esas alturas, Polly llevaba casi dos meses de desaparecida.

Cuando McManus llegó a revisar se dio cuenta que cerca de unos matorrales había un envoltorio de preservativo, dos pedazos de correa, una botella de cerveza  y unos fósforos. Este investigador conocía el caso de Polly, así que le fue fácil atar cabos. Llevó a criminalística del FBI la ropa hallada en el lugar y coincidió con las prendas tomadas de la casa de Polly.

Según información recolectada por Infobae, no fue difícil encontrarlo porque seguía usando el mismo vehículo. En su confesión, Davis dijo que se había metido en la casa por una ventana, que raptó a Polly, y dijo que la niña aún estaba viva cuando el auto cayó en la zanja y que luego de que los policías se fueran volvió a buscarla. Entonces la llevó a otro lugar y la mató, lo hizo con un trozo de ropa. Luego la enterró en una tumba al borde de la autopista 101, un par de kilómetros al sur de Cloverdale.

Siguiendo sus indicaciones llegaron al cuerpo de Polly. Era algo escalofriante.

La sentencia

Richard Davis fue detenido en el 1993 y sentenciado a muerte en el 1996. El jurado estaba formado por seis hombres y seis mujeres. Davis, con 41 años, se declaró “no culpable”. Sin embargo, la fiscalía alegó conductas de agresión y secuestro muy concurridas de parte de Davis.

Davis, a sus 65 años/ Foto extraída de archivo de la prisión San Quentin.

Su primer intento de secuestro fue en septiembre de 1976, cuando tenía 22 años y fracasó, la mujer se escapó; la segunda vez, entró en el carro de Hazel Frost y la amenazó con un arma en el cuello e hizo que condujera hasta su casa, pero esta también fue más lista y le disparó con un arma que escondía en su auto.

Los psiquiatras que lo evualuaron le diagnosticaron desorden de personalidad, personalidad antisocial y personalidad esquizoide.

En la actualidad, con 65 años, Davis sigue esperando que la muerte llegue por él en la prisión de San Quentin. Está aislado, debido a las amenazas de muerte que le profieren otros prisioneros.

Este crimen sigue conmocionando a Estados Unidos. Los familiares de Polly esperan el día en que Davis cumpla verdaderamente su condena.