El sacerdote Francisco Sales Cruz, responsable de la parroquia de San Nicolás de los Ranchos, en el estado de Puebla, México, “quería estar más cerca de Dios” y se hizo incluir en una pintura de “La Última Cena”, el singular método de buscar la presencia divina no cayó en gracia de los feligreses.
El sacerdote mandó a sustituir el rostro del apóstol Tomás por el suyo, creyendo que pasaría desapercibido, pero los feligreses se dieron cuenta.
Debido a que la pintura estaba en una de las paredes de la iglesia, las personas notaron que uno de los apóstoles era el párroco Sales Cruz.
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El mayordomo de la parroquia, Álvaro Sánchez, hizo modificar el cuadro a su forma original. El artista que realizó la pintura contó que el mismo sacerdote le pidió que hiciera el cambio con su rostro.
En tanto, los feligreses cuestionaron al sacerdote sobre el por qué de su acción, a lo que respondió que fue “para estar más cerca de Dios“.
Los habitantes del lugar denunciaron el hecho a las autoridades eclesiásticas locales para evitar que este tipo de prácticas ocurran en los cuadros considerados sagrados en el catolicismo.