“El disturbio violento en Washington DC el 6 de enero fue un ataque directo al Congreso estadounidense, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constitucional”.
Con estas duras y contundentes palabras, la cúpula militar estadounidense condenaron en una carta los hechos de hace una semana, cuando una turba de fanáticos radicalizados del presidente Donald Trump asaltó la sede del Legislativo en un intento por impedir que se certificara el triunfo de Joe Biden.
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“Las acciones que vimos dentro del Capitolio son inconsistentes con el Estado de derecho”, añadieron los líderes de las diversas ramas de las fuerzas armadas del país más poderoso del mundo.
Además, salieron al paso de quienes han pretendido excusar estas acciones de quienes asaltaron el Congreso, arengados por la retórica del presidente Trump, quien incluso ese día les incitó a seguir luchando por revertir el resultado.
“Las libertades de expresión y de libre asociación no dan a nadie el derecho de recurrir a la violencia, a la sedición o a la insurrección”, manifestaron.
Asimismo, dejaron claro que su compromiso es con la Constitución del país, no con un líder en particular, dando un mensaje fuerte a Donald Trump, quien es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y debe ser obedecido siempre que sus acciones vayan en línea con la ley y no en detrimento de esta.
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“Como miembros en servicio activo, debemos actuar con los valores e ideales de la nación. Defendemos y apoyamos la Constitución y cualquier acto para entorpecer nuestros procesos constitucionales, no solo va contra nuestras tradiciones, valores y juramento, sino en contra de la ley”, sentenciaron.
Asimismo, y apartándose de las consignas del presidente, reconocieron que el 20 de enero tomará posesión el presidente Joe Biden.
Si bien Donald Trump no asistió a la toma violenta del Congreso, sí incitó la violencia de su base. Desde las elecciones del 3 de noviembre, ha sostenido una incansable campaña de denuncia, sin prueba alguna, de fraude electoral.
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Esto no solo se tradujo en interponer decenas de recursos judiciales infructuosos, sino que radicalizó a sus seguidores más fanáticos, a los cuales terminó incitando a viajar desde diversos puntos del país para entorpecer la sesión del pasado 6 de enero, donde el Congreso iba a cumplir el último paso protocolario tras los comicios: certificar la victoria del demócrata Joe Biden.
Por ello, en el Congreso se discute la posibilidad de un nuevo juicio político con miras a destituirlo y despojarlo de sus privilegios aun cuando haya dejado la presidencia.
Hay un consenso en las filas demócratas para hacerlo y dentro de los republicanos, se alertó que no habrá ninguna presión para defender al presidente.
Por ello, varios legisladores del mismo partido del presidente ya adelantaron que votarán por removerlo por su responsabilidad en la toma del Congreso.