Al principio eran rumores, después aparecían en videos furtivos grabados de noche con teléfonos celulares, pero pronto estaban ahí, de día y de noche, los llamados “entierros exprés”, féretros trasladados directamente del hospital al cementerio, y que, en medio de la pandemia de COVID-19, han causado temor en Nicaragua.
Los “entierros exprés”, sin registros previos a la pandemia en Nicaragua, son caravanas compuestas generalmente por una camioneta del Ministerio de Salud (Minsa) que carga un ataúd, custodiada por una patrulla policial y civiles armados en motocicletas que evitan fotos o grabaciones, y que salen de los hospitales a los cementerios, donde el féretro es enterrado en sigilo, por hombres vestidos con trajes impermeables blancos.
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En Nicaragua, donde no hay entierro sin velorio, algunos con varios días, noches y largas jornadas de chistes, los “entierros exprés”, sin familiares ni despedidas, son una anomalía que causa temor en plena pandemia.
“Ayer vi pasar por mi casa un muerto en una bolsa por mi calle, en una Hilux del Minsa, ¡qué cosa más espantosa! No es el primero en pasar, de madrugada también. O sea, mi calle es corredor de muertos por COVID-19”, dijo a Efe una vecina del cementerio de la ciudad de Granada, que prefirió el anonimato, por temor a represalias de las autoridades estatales.
Choque cultural
Miembros del Comité Científico Interdisciplinario, creado para orientar ante la escasa y confusa información del Gobierno sobre la pandemia, ha advertido que los “entierros exprés” causan preocupación e incertidumbre, porque se combina el vacío que deja un ser querido, con el choque cultural que causa un féretro sin dolientes.
El miedo es mayor porque, mientras surgen testimonios de hasta nueve “entierros exprés” en un día, el Gobierno únicamente informa de 25 casos de COVID-19 y 8 muertes en dos meses, lo que hace creer a los nicaragüenses que las autoridades ocultan información y que la pandemia en Nicaragua es peor de lo que se cree.