¿Cuáles son los tratamientos contra el COVID-19 que no funcionaron y resultaron ser peligrosos?

Desde las gárgaras con enjuague bucal hasta la ivermectina y hidroxicloroquina han despertado cuestionamientos sobre su efectividad contra la enfermedad. En algunos casos, pacientes han estado en riesgo.

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La vacuna denominada ChAdOx1 nCoV-19 está siendo desarrollada a una velocidad sin precedentes. Foto de referencia / Archivo

Por Nancy Hernández

2020-07-26 11:45:24

Han pasado casi ocho meses de haberse descubierto en Wuhan, China, el nuevo coronavirus SARS – CoV – 2 que origina la enfermedad COVID – 19, causante de la pandemia. Hasta el momento se han contagiado más de 16 millones de personas y ya cobró la vida de otras 645,300 más. Desde enero la comunidad científica y médica han buscado herramientas para combatirlo.

Tratamientos innovadores y diferentes medicamentos han salido a la luz. Pero sigue en pie la carrera para el desarrollo de una vacuna efectiva: hoy por hoy existen más de 200 proyectos en todo el mundo.

La falta de información del nuevo virus e información errónea, además de los fallos en varias decisiones estratégicas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha generado confusión en varias ocasiones, incluyendo tratamientos caseros engañosos.

Trucos engañosos y peligrosos

¿Funcionan las gárgaras con enjuague bucal? Esta fue un de las primeras consultas que en febrero le hicieron llegar a la Organización Panamericana de la Salud y tuvo que aclarar que no había evidencia que probara la efectividad para protegerse contra el COVID – 19.

También la venta del elixir que “aleja al COVID – 19 se ha hecho popular en Bolivia, este es un frasco con dióxido de cloro que es un tipo blanqueador utilizado para desinfectar pisos. En Cochabamba, en el centro del país, la botella de 3.78 litros de dióxido de cloro se vende por ocho dólares. Y hasta el Senado de Bolivia, con mayoría opositora, aprobó la semana pasada un proyecto de ley que permitiría suministrar la solución de forma gratuita para uso médico, a pesar de las protestas del Ministerio de Salud.

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Otro caso es el de Ecuador, que ha tratado el coronavirus con dióxido de cloro, químico que desde hace muchos años ha sido publicitado de manera engañosa en Estados Unidos como una cura para el sida y el autismo. Incluso la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos, conocida como FDA, debió de comunicar que la sustancia no tiene valor médico y que puede tener efectos potencialmente mortales, entre ellos “vómitos severos, diarrea severa, presión arterial baja potencialmente mortal causada por deshidratación e insuficiencia hepática aguda”.

El uso de la Interferón alfa – 2b también ha sido polémico. En Venezuela, el presidente Nocolás Maduro, que tiene problemas incluso para dotar de agua potable y jabón a sus hospitales en ruinas, se ha jactado de haber obtenido de su aliada Cuba decenas de miles de dosis del medicamento interferón alfa-2b, utilizado contra algunos virus y tipos cáncer, para combatir la pandemia. Y hasta las clínicas del Estado requieren que los pacientes con síntomas tomen el fármaco. Pero no hay evidencia de que este medicamento en particular, uno de los muchos que constituyen esta clase de interferón, funcione contra el coronavirus, y en Estados Unidos los Institutos Nacionales de Salud no recomiendan actualmente su uso en pacientes con la COVID-19.

Tailandia empezó a realizar tests con macacos y espera poder comercializar de aquí a fines de 2021 una vacuna contra el coronavirus, informaron los responsables del proyecto. Foto AFP/ Mladen ANTONOV

Otra de estas recomendaciones dudosas ha sido tomar mucho alcohol y beber lavandina, esto se ha dado sobre todo en Latinoamérica, región donde no se tiene para pagar un tratamiento adecuado o los sistemas de salud están al borde.

La OMS debió aclarar que algunos productos de limpieza que contienen metanol, etanol o lavandina son útiles para eliminar el coronavirus de las superficies, pero nunca deben ingerirse ya que no destruirían los virus presentes en el organismo y dañarían los tejidos y órganos internos. Beber estas sustancias puede provocar discapacidad o incluso la muerte.

Otra cura milagrosa promocionada es la luz ultravioleta, que efectivamente causa la desintegración del virus en distintas superficies y esterilizar objetos. Pero lo ilógico y hasta peligroso llegó de boca del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sugirió la posibilidad de tratar el coronavirus con “una inyección” de “desinfectante” o aplicando “luz solar” en el cuerpo humano para poder así vencerlo.

“Veo que el desinfectante lo noquea en un minuto, en un minuto. ¿Hay alguna manera de que podamos hacer algo como una inyección dentro o casi una limpieza? Como pueden ver, llega a los pulmones y alcanza una cifra tremenda en los pulmones, por lo que sería interesante comprobar eso”, fue la polémica declaración del mandatario estadounidense en una conferencia de prensa el 24 de abril pasado, al dirigirse al director de la División de Tecnología y Ciencia del Departamento de Seguridad Nacional, Bill Bryan, que lo miraba incrédulo.

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Otro de los ejemplos más increíbles también sucedió en Estados Unidos también, donde grupos evangelistas salieron a asegurar que los objetos de plata eran naturalmente antimicrobianos, cosa que el gobierno debió negar enfáticamente a través de la FDA. Y las propuestas pseudocientíficas también llegaron a los secadores automáticos de manos, promocionados como efectivos para matar al COVID-19, lo que valió la respuesta de la OMS para negarlo rotundamente.

Tratamientos médicos que fallaron

Los científicos están probando un amplio espectro de tratamientos probados eficazmente en otras enfermedades, pero no para el COVID-19. Las probabilidades de que algunos de ellos sean útiles se consideran bajas, y se sabe que algunos son potencialmente dañinos. En muchos casos, no hay evidencia sólida de que funcionan contra el coronavirus.

Ivermectina: este es uno de los fármacos que se usa para tratar parásitos intestinales, de hecho, dos ministros brasileños anunciaron el lunes que habían dado positivo por el coronavirus, y uno de ellos dijo que se estaba tratando con ivermectina, entre otros medicamentos.

El gobierno de Perú compró ivermectina para combatir la pandemia, y semanas después dio marcha atrás, luego de que la OMS dijo que no debía usarse para tratar al coronavirus. Eso no impidió la explosión de un mercado ilegal de la versión veterinaria de la ivermectina, lo que obligó al gobierno peruano y a la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos a advertir a los ciudadanos contra el uso de medicinas para animales de granja. Aún así, en el pequeño pueblo de Nauta, en la Amazonía peruana, el gobierno local y los grupos religiosos llegaron a dar ivermectina veterinaria a adultos y niños de hasta cuatro años, según los medios locales y un grupo de derechos humanos.

La Hidroxicloroquina

Si hubo un medicamento ponderado y a la vez cuestionado en medio de la pandemia por la aparición del virus SARS-CoV-2, fue la hidroxicloroquina. Derivada de la cloroquina, se trata de una droga contra el paludismo que generó una grieta en la comunidad científica mundial.

En el principio de la explosión de casos en Europa por el nuevo coronavirus que causó estragos principalmente en Italia, España, Reino Unido y Francia, hubo una voz que se alzó como una esperanza certera para derrotar los efectos del virus en pacientes graves: el virólogo Didier Raoult, director del Instituto Mediterráneo de Infección en el Hospital Universitario (IHU) de Marsella, que anunció en marzo en un video el “final de partida” contra el virus: la cloroquina, dijo, una medicación utilizada contra la malaria, había eliminado los síntomas del 75 % de los 24 pacientes en los que él la probó.

El Alto Consejo de Salud Pública de Francia y el primer ministro francés, Édouard Philippe, anunciaron que la recomendación se basa en la prudencia, dada la falta de estudios sobre la eficacia y la seguridad del fármaco para combatir este nuevo coronavirus, el país galo comenzó a realizar ensayos clínicos con esta droga e invitaron a los hospitales a “incluir la mayor cantidad posible de enfermos” en ellos.

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Mientras Raoult ganaba fama mundial, como posible salvador de las vidas que pendían de un hilo a causa del COVID-19, una serie de artículos científicos comenzaron a echar por tierra los “beneficios” de la hidroxicloroquina. Buscando el consenso de sus pares, Raoult encontró en un personaje fuera del ámbito científico, el mayor apoyo para la utilización de la droga: el presidente estadounidense Donald Trump, que comenzó a elogiar los efectos de la hidroxicloroquina al punto tal que comenzó a tomarla en forma preventiva, sin padecer la enfermedad por el nuevo coronavirus.

Trump tomó durante dos semanas hidroxicloroquina con zinc y vitamina D, después de que dos miembros del personal de la Casa Blanca dieran positivo al COVID-19 en los exámenes, y el presidente no presentó efectos colaterales, de acuerdo con los resultados de su más reciente examen físico difundidos por su médico. Igualmente, las autoridades federales han advertido que no hay que usar la hidroxicloroquina salvo en hospitales y estudios formales debido al riesgo de los efectos colaterales, en especial arritmias.

Además de Trump, otro mandatario que recomendó el uso de esa droga fue el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, cosa que no evitó que finalmente se contagiara. La Casa Blanca anunció que Estados Unidos envió a Brasil dos millones de dosis de hidroxicloroquina.

Pero el 22 de mayo, un estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, por científicos estadounidenses y suizos, se basó en los datos de unos 96,000 pacientes ingresados entre diciembre y abril en 671 hospitales del mundo para comparar la evolución de quienes recibieron este tratamiento y de quienes no. El estudio determinó que el medicamento contra la malaria no funciona e incluso era peligroso para pacientes infectados ya que aumentaba el riesgo de muerte hasta en un 45 por ciento. Y los pacientes de COVID-19 que tomaban el medicamento tenían hasta cinco veces más probabilidades de desarrollar una arritmia potencialmente mortal, una complicación conocida.

Esos resultados que sugerían que la droga podría aumentar el riesgo de muerte entre los pacientes de COVID-19, luego de ser publicados, detuvieron los ensayos mundiales del prometedor medicamento y generó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitiera un alerta mundial el 25 de mayo para suspender temporalmente los ensayos para llevar a cabo una revisión de seguridad.

La decisión de la agencia de salud de la ONU se produjo después de un estudio publicado en la revista médica The Lancet que sugiere que la droga podría aumentar el riesgo de muerte entre los pacientes de COVID-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó a principios de este mes que suspendía los ensayos con hidroxicloroquina y la combinación de medicamentos contra el VIH lopinavir/ritonavir en pacientes hospitalizados por coronavirus al no reducir la mortalidad.

Como aprendizaje final, los expertos destacan que la saga de la hidroxicloroquina no debería erosionar la confianza pública en la ciencia, aunque debería servir como recordatorio para no tomar a ningún científico o estudio en particular demasiado en serio cuando no es confrontado por sus pares y en un determinado tiempo prolongado para comprobar su seguridad y eficacia.

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