Dos mujeres con una máscara protectora caminan por la Piazza del Duomo, en el centro de Milán. Italia tomó medidas de seguridad contra el COVID-19, el nuevo coronavirus.
“Quisiera saber si estoy contagiada, que me hagan los análisis y saber si tengo ese huésped indeseado que ocupa nuestras casas, mentes y vidas”, dijo.
Como la mayoría de los milaneses, Antinucci reconoce que es un momento difícil para esa ciudad, motor económico del país, por lo que desde hace dos semanas trabaja por internet con sus pacientes.
Italia anunció este domingo, además, la compra de 22 millones de mascarillas para hacer frente a la epidemia de coronavirus, destacó la dirección de Protección Civil.
“Estamos firmando una serie de contratos desde el 12 de marzo hasta el 30 de abril para adquirir 22 millones de mascarillas de tipo quirúrgico”, precisó el responsable de la entidad, Angelo Borrelli, durante una conferencia de prensa.
La ciudad, que este domingo disfrutaba de un sol agradable, estaba casi desierta, la poca gente que se atrevía a salir respetaba la distancia de más de un metro, algunos caminaban, otros corrían.
“Esta medida tenía que ser tomada antes. Aquí el comercio no se detiene nunca”, comentó con tono pesimista Luigi, dueño de un restaurante, entrevistado por el noticiero de información continua RaiNews.
Los habitantes de Milán, alertados el sábado por los medios italianos, se están resignando a una vida lenta.
Un periodista de la AFP recorrió las principales plazas y estaciones de tren y metro y se encontró con un domingo tranquilo, sin ninguna manifestación de pánico, ni controles de policía.
Los aeropuertos permanecían abiertos, aunque está prohibido abandonar las áreas en donde rige la cuarentena, llamadas “zonas rojas”.
Dentro de esta área, donde reside una cuarta parte de la población italiana, los museos, las guarderías, colegios, universidades, teatro, cines, los centros deportivos, las piscinas, los clubes nocturnos, las salas de juegos y los pubs deben permanecer cerrados.
Los bares y restaurantes pueden permanecer abiertos con la condición de que se respete la distancia de seguridad (un metro entre dos personas), de lo contrario los obligan a cerrar.
Se suspenden todas las manifestaciones públicas y competiciones deportivas, excepto aquellas de profesionales que se tendrán que realizar a puerta cerrada, y se prohíben bodas y funerales.
Milán, sede de la bolsa de valores italiana, tiene poco menos de 1.4 millones de habitantes, pero diez millones de personas viven en toda la región de Lombardía, el corazón económico e industrial de la península.
“UNA LOCURA”
“El virus obliga a cerrar el corazón del país”, titulaba este domingo el diario La Stampa.
“Cerrada la mitad de Italia”, resume Il Messaggero.
Con 233 muertos, Italia, con una población de 60 millones, ocupa el segundo lugar detrás de China por el número de decesos relacionados con el coronavirus, y el tercer lugar detrás de China y Corea del Sur por la cifra de contagiados, casi 6,000 hasta la fecha.
“La policía tiene el derecho de pedir una justificación” a los ciudadanos que se trasladan, advirtió el jefe de gobierno Giuseppe Conte al ilustrar el decreto esta madrugada.
Los más preocupados son las personas de otras regiones, muchas de ellas abandonaron el sábado por la noche la zona en cuarentena ante el temor de quedar bloqueados, explicaron los medios italianos.
“No sé si mi mujer podrá viajar a Roma. Hoy llega a Milán de un viaje turístico en Asia y no sé si la pondrán en cuarentena”, comentó Sergio.
“Te lo ruego: quédate en casa, sal sólo por razones esenciales”, instó el profesor de virología milanés Roberto Burioni en su cuenta de Twitter.
“Es una locura”, reaccionó ante los informes de prensa que daban cuenta de centenares de personas huyendo la víspera de la cuarentena.
Antes de la firma oficial del decreto, los medios de comunicación italianos divulgaron los principales puntos.
Una fuga de noticias considerada “inaceptable” e irresponsable por parte del jefe de gobierno, Conte. “La publicación de un borrador desató sólo incertidumbre y confusión”, lamentó.