El impactante testimonio de un joven de Wuhan que sobrevivió al coronavirus

Desde el 17 de enero hasta el 4 de febrero el virus hizo estragos en su sistema a causa de la fiebre y tos persistente. Todo empezó con un simple dolor muscular asociado a un refriado común.

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Foto / AFP

Por N. Hernández / Agencias

2020-03-04 10:23:14

“El 17 de enero me dolían los músculos. Es posible que haya tenido un poco de fiebre, pero no fue lo suficientemente fuerte como para notarlo”, dijo Tiger Ye, seudónimo de un joven de 21 años que fue de las primeras personas diagnosticadas con el coronavirus.

Él vive en Wuhan, China, a solo 5 kilómetros de distancia del mercado de animales donde se dio el brote del Covid-19. Asegura que al principio pensó que era un resfriado común y consumió medicamentos común y de venta libre, contó a The Guardian.

El joven no tiene idea de cómo se contagió porque no hizo nada fuera de lo rutinario: comió en el mismo lugar, fue a la escuela, al terminar de clases regresaba a la casa de sus padres y dejó de caminar porque estaba muy frío para hacerlo.

Días después empezó a llevar una mascarilla porque vio que todos los demás lo llevaban. Para su salud ya no era útil, pero sí para evitar contagiar a los demás.

El 21 de enero el dolor muscular se había extendido al cuerpo entero, sus padres se preocuparon y le pidieron que regresara a casa. Para ese entonces, tenía fiebre, pero no muy alta. Sin embargo, fue persistente y poco a poco iba en aumento.

“A las 11 de esa noche la fiebre no se me había pasado, así que fui al hospital de Tongji”, sin saberlo, ahí comenzaba su batalla contra el coronavirus.

“Apenas llegué vi que el hospital estaba sobrepasado de pacientes. Al ver a los médicos con sus trajes de protección por primera vez en la vida real, algo que antes solo había visto en documentales sobre el síndrome respiratorio agudo grave (SARS), comprendí que estaba pasando algo malo”, dijo.

Aseguró que el hospital de Wuhan estaba saturado de pacientes y decidió trasladarse al centro especializado en pulmones de la ciudad. Ahí procedieron a hacer análisis de sangre y de la función hepática, además de una tomografía computarizada que mostró sombrar irregulares en el sector inferior de los dos pulmones.

Comenzó a tomar medicamentos bajo receta y cápsulas de medicina tradicional que el hospital le indicó. Luego procedió a ponerse en cuarentena él mismo en su dormitorio. También compró platos desechables para comer, así que todo lo que usó fue desechado de inmediato.

Cuatro días después, el 25 de enero, empezó a desarrollar “una tos muy seca con un poco de flema amarilla”. Volvió al hospital y comprobaron que la infección se extendía a sus pulmones, fue ahí cuando los médicos le advirtieron que era posible que estuviera infectado con el nuevo coronavirus, pero no podían comprobarlo porque solo un comité de expertos podía decidir a quién se le permitía usar los kits del análisis.

“Tenía fiebre muy alta y dolores que me torturaban casa dentímetro del cuerpo. Pasé los días mirando animé japonés para distraerme del malestar”.

Para el 26 de enero, la fiebre era persistente y de 39°C y levantarse de su cama era casi imposible.

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“Pero antes de que me diera cuenta siquiera, hacía la noche, la fiebre se había pasado. Sentí que había ido al infierno y había regresado. Ese periodo, del 21 al 26 de enero, fue el peor momento. Tosí tanto que el estómago y la espalda me quedaron doloridos. Fueron algunos de los peores días de mi vida”, dijo a The Guardian.

Asegura que sintió miedo por lo desconocido del virus, la fragilidad de su cuerpo y hasta pensó que no iba a superar la crisis.

Para el 28 de enero su cuerpo comenzó a responder de mejor forma, un nuevo examen mostró que los pulmones lucían mejor, pero el examen sobre coronavirus dio positivo.

Además, a pesar de las precauciones, su hermano se contagió. Días después empezó a padecer de fiebre, tos, dolor generalizado y una tomografía mostró sombras en sus pulmones; pero no fue el único, su abuela tuvo fiebres durante cuatro días, pero se recuperó.

Los padres del joven permanecieron sanos, pero los médicos decidieron medicar a toda la familia.

En en caso de Ye, después del diagnóstico positivo le medicaron una droga que se emplea en el tratamiento del VIH.

El 4 de febrero el joven vio la luz al final del túnel porque dejó de toser, por primera vez en días, y una tomografía mostró que sus pulmones seguía mejorando. Le repitieron el análisis de Covid-19 y dio negativo. El 7 de febrero se volvió a repetir la prueba y volvió a dar negativo, la celebración no se hizo esperar.

No obstante, fue internado en un hotel acondicionado para paciente que había superado el virus porque existía la posibilidad que volviera recaer. Después de cinco días de observación, fue declarado oficialmente recuperado y pudo regresar a su vida habitual.

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