Ángel Barrera es un salvadoreño de 33 años radicado en Burdeos, Francia, desde ahí impulsa el consumo del café salvadoreño en Europa y Medio Oriente. Aprendió a catar café a los 14 años en el beneficio de la Cooperativa Cuzcachapa en Santa Ana y a los 23 años dejó su tierra natal para ir a estudiar. Ahora es director Sourcing de Belco y ha viajado a un centenar de países contando la historia de la caficultura y comercializando el grano.
Asegura que el café de El Salvador es el de mayor aceptación en gran parte de Europa y en diez años su exportación se ha multiplicado a gran escala. El café de la zona del volcán Chingo (marca la frontera entre Guatemana y El Salvador), volcán Ilamatepeq, Ataco, Juayúa, Chalatenango y Usulután son los preferidos para su consumo.
“(El Salvador) es uno de los países con mejor aceptación y reputación en el mundo del café de especialidad por el profesionalismo de los productores en su manera de producir y procesar. Para la empresa El Salvador ocupa un lugar muy importante. Somos el importador en Europa con la más amplia gama de café salvadoreño”, dice Ángel.
Belco nació como un emprendimiento familiar, su origen lo tiene en Le Havre, una ciudad francesa emblemática para el café cuyo objetivo era “crear una oferta de cafés” basada en los mismos criterios que se tienen para el vino.
“Era una empresa aún pequeña, pero con ambiciones gigantes” dice Ángel al relatar sus inicios en Belco. Ahora tiene oficinas en Etiopía y recientemente en San Salvador, esta última no ha empezado a funcionar por la crisis sanitaria causada por el COVID -19. No obstante, esperan iniciar sus actividades en las próximas semanas.
Sin embargo, dice que el camino recorrido no ha sido fácil y los sacrificios que ha hecho a lo largo de los últimos diez años le han servido para aprender y valorar lo que tiene.
Ángel llegó a Belco en 2012 para hacer una pasantía, seis meses después le propusieron hacer un plan de exportaciones: “Deambulé de escuela en escuela de café por Europa: de Madrid a Praga, hasta Oslo, las visité todas. Impartí algunos cursos, esperando que la gente se enamorara de los cafés, por su historia, más que por mi experiencia comercial. Poco a poco, empecé también a comprar café, de especialidad. Brasil, Costa Rica, mi querido El Salvador, una primer experiencia africana en Burundi, Indonesia… así, hasta completar al día de hoy, más de una veintena de orígenes en todo el mundo”, relata.
Pero el sueño frustrado de Ángel fue trabajar en la industria de la cerveza. Cuenta que su plan original era estudiar un máster en cerveza en Alemania, pero no dominaba el idioma. Entonces optó por estudiar la maestría Food Identity en la Escuela Superior de Agricultura de Angers, en Francia, donde estudió durante año y medio quesos, vinos, embutidos y otros tipos de alimentos.