Ayer, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, nominó a Sarah Margon para el cargo de subsecretaria del buró de Democracia, Derechos Humanos y Asuntos Laborales del Departamento de Estado.
Margon tiene amplia experiencia defendiendo los derechos humanos alrededor del mundo.
Antes de este nombramiento, ha sido la directora de Política Exterior de Open Society Foundations, una de las instituciones que más lucha por los derechos fundamentales y por el fortalecimiento institucional a nivel mundial.
También ha sido la directora en Washington de Human Rights Watch (HRW), otra institución que vela por el respeto a los derechos humanos y las garantías fundamentales de personas de diferentes países. En El Salvador, HRW se ha mantenido activa ante los abusos de poder de diferentes gobiernos, incluyendo los de Nayib Bukele que le han ganado duras críticas y pronunciamientos del director para las Américas, José Miguel Vivanco.
Margon también tiene amplia experiencia para temas de establecimiento y mantenimiento de la paz, seguridad sustentable, temas humanitarios y resolución de conflictos.
Ella estudió Estudios Americanos en la Universidad de Wesleyan, en Connecticut, y una maestría en Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, en Washington.
Según un artículo de los expertos en política exterior Robbie Gramer y Jack Detsch, en la revista especializada Foreign Policy, Margon es una defensora de derechos humanos de corte “progresista” y ha sido muy crítica de las alianzas que sostiene Estados Unidos con gobiernos autoritarios.
Sus principales críticas las ha lanzado a regímenes autocráticos como el de Arabia Saudí o el de Egipto, ambos en Medio Oriente y con acusaciones de graves violaciones a derechos humanos y acoso a opositores.
“Si es elegida y confirmada por el Senado, Margon manejaría un portafolio de temas que Biden ha definido como grandes protagonistas de su agenda de política exterior: restablecer a EE. UU. como defensor de los derechos humanos a nivel global y promover la democracia en todo el mundo para contener el avance del autoritarismo”, añaden Gramer y Detsch en Foreign Policy.
Esto contrasta con la política exterior del antecesor de Biden, Donald Trump, quien abandonó algunos de los compromisos de Estados Unidos con el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos alrededor del mundo, en favor de políticas transaccionales (es decir, silencio ante abusos a cambio de apoyo a sus políticas).
Trump incluso mostró admiración por autócratas y calló golpes a derechos humanos en diferentes países, incluyendo El Salvador.