Crisis en Nicaragua afecta a empresas ligadas a Ortega

Desde que se cerró la cooperación venezolana, sus negocios pierden dinero año con año.

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Daniel Ortega junto con Rosario María Murillo. Foto AFP Marvin Recinos

Por Iván Olivares

2019-03-21 9:01:04

En lo que va de 2019, Alba de Nicaragua S.A. (Albanisa) puso a la venta la red de gasolineras DNP-Petronic; vendió el Banco Corporativo (BanCorp), el brazo financiero del grupo); y se está a la espera que pronto se anuncie la venta de las generadoras de electricidad “Hugo Chávez” y “Che Guevara”, entre otras empresas.

Atornillado al poder por el poder mismo, pero también por la posibilidad de administrar los generosos recursos que el poder pone a su disposición, Daniel Ortega sigue ocupando la presidencia de la República de Nicaragua desde hace más de 12 años, pese a que su mandato inicial era solo para cinco años.

Medido en términos económicos, el resultado de 12 años de su administración fue de un país que creció a razón de más de cuatro puntos porcentuales a lo largo de los últimos años, crecimiento que fue apuntalado por la copiosa y constante cooperación venezolana que rondó los 4,000 millones de dólares en ese periodo, según datos oficiales publicados por el Banco Central de Nicaragua (BCN).

Administrada por fieles allegados a Ortega y su familia, Albanisa se constituyó como una empresa privada de capital binacional, creada específicamente para evadir el control de la Asamblea Nacional sobre esos recursos que se usaron para comprar haciendas ganaderas, hoteles, centrales eléctricas, medios de comunicación, etc. También para crear bancos y empresas constructoras que ahora están a la venta para tratar de evadir las sanciones estadounidenses y para disponer de efectivo, por si la familia tuviera que viajar intempestivamente.

Si la posesión de ese conglomerado empresarial convirtió a Daniel Ortega en el bachiller más rico de Centroamérica, la debacle económica en la que se encuentra Nicaragua lo ha golpeado como a cualquier otro empresario, y sería una de las razones que lo habrían obligado a regresar a una mesa de negociación, muy a pesar suyo.
“Él es un millonario”

“Él es un millonario como cualquier otro y sus negocios también están perdiendo dinero. Por eso es que se sienta a negociar, no porque de pronto se haya vuelto un demócrata convencido”, dijo a El Diario de Hoy un empresario nicaragüense del sector agroindustrial que pidió el anonimato por temor a represalias fiscales o legales en contra de su empresa.

Por su parte, Vilma Núñez de Escorcia, defensora de Derechos Humanos de Nicaragua, dijo en declaraciones al programa televisivo Esta Semana (que se transmite en web) que Daniel Ortega “es una persona que nunca ha cumplido su palabra, y que se siente obligada a negociar por todo el cerco internacional, las presiones económicas que tiene -no solamente para el país, sino para su propio capital- que es lo que lo está llevando a eso (a negociar)”.

También el economista y exdiputado Enrique Sáenz opinó que “Ortega es ahora un potentado económico. Acumula una riqueza de al menos 2,500 millones de dólares. Por supuesto, está determinado a conservar esa riqueza”.

“En los tiempos de las vacas gordas (los créditos de Albanisa) promediaron 500 millones de dólares anuales, libres de polvo y paja. Un capital líquido que Ortega gestionó a su arbitrio, como capital privado. ¿Qué empresa centroamericana, y aun latinoamericana, obtiene utilidades de semejante magnitud?”, se preguntó el experto.

El problema personal del empresario Ortega es que el tiempo de las vacas gordas terminó en 2016, cuando los montos a abonar a Petróleos de Venezuela S.A. (Pdvsa) fueron superiores a los que se recibían de esa empresa en concepto de nueva cooperación petrolera, con lo que comenzaron a acumular déficit.

Entre 2010 y 2016, Albanisa recibía tantos recursos (más de 500 millones de dólares anuales en algunos años) que pudo constituir una “reserva de liquidez y financiera” de casi $551 millones.

Eso fue posible gracias a que entre 2010 y 2014 la empresa binacional recibió un acumulado de más de $2,000 millones, aunque esos montos comenzaron a disminuir de forma drástica a partir de 2015, cuando el superávit se detuvo en $109.7 millones. Hasta que en 2016 el resultado se tornó negativo al generar por primera vez un déficit de $119.8 millones, cifra que empeoraría año con año.

Los problemas del conglomerado empresarial del matrimonio Ortega-Murillo, operado bajo la marca y paraguas de Albanisa, se hicieron más profundos cuando la menor cantidad de recursos disponibles les restó capacidad de hacer negocios con el sector privado nicaragüense, que les vendía los alimentos que ellos revendían a Venezuela, con ganancia de por medio.

La crisis generada, luego de la violenta represión del régimen en contra de los manifestantes en contra de su gobierno, dejó a Ortega presidiendo un país y administrando un conglomerado de empresas que sangran económicamente, hasta empujarlo a sentarse a negociar para tratar de evadir las sanciones estadounidenses. De aplicarse esas sanciones, profundizarían más la recesión en la que ya se encuentra el país y la quiebra que amenaza a algunas de sus empresas, como el hotel Seminole, que cerró desde mediados de 2018 en plena crisis.

Por ahora, mientras intenta ganar tiempo por medio de un diálogo, la estrategia de Ortega es deshacerse de todas sus empresas que han sido sancionadas por Estados Unidos, o corren riesgo de serlo. Si con ello logra evadir las sanciones estadounidenses, bien. Si de paso logra convertir los edificios que tiene en dinero en efectivo al venderlos, mejor.