Expolicía salvadoreño establece su empresa de mantenimiento en Florida

En el 2012 creo su propio negocio en Naples, Florida, con el que ahora genera fuentes de trabajo para inmigrantes de diferentes nacionalidades.

descripción de la imagen
Foto EDH/Cortesía

Por Xiomara Alfaro

2019-01-24 6:51:15

“Yo sabía que venía a este país para algo mejor”, es la frase con la que Edwin Alexander Herrera, un expolicía, originario de Quezaltepeque, describe su historia tras emigrar a EE. UU. en 2001.

Los salarios bajos y sus deseos de superación fueron las principales razones por las que decidió salir de El Salvador e iniciar un nuevo reto en el país norteamericano.

Herrera emigró en 2001 dejando a sus dos hijos, uno de ellos menor de un año, a cargo de su compañera de vida de quien se había separado tiempo atrás.

En 1995 se incorporó a la Policía Nacional Civil, formó parte de las primeros despliegues que la PNC hizo en el país tras su creación en 1992.

“En aquel tiempo era la mejor opción”, confiesa este salvadoreño que, asegura, luchó en este país por un trabajo que le permitiera obtener los ingresos que necesitaba para sacar adelante a sus hijos.

TE PUEDE INTERESAR

Pareja salvadoreña-india busca transformar la vida de familias pobres en El Salvador

Vivian Pereira llegó indocumentada a EE.UU. en 1995. Con su esposo visita El Salvador todos los años para llevar ayuda a niños y ancianos. En 2018, mil familias fueron beneficiadas con sus donaciones.

“Como policía ganaba $360 y nos daban los uniformes y la comida, pero el sueldo no alcanzaba y empece a hacer otros trabajos”, dice. Para el 2000 ya estaba trabajando en una imprenta y ayudaba a su papá en un taller de electrónica.

Tras su llegada a EE.UU. tuvo que hacer trabajo de albañilería, jardinero, carpintero, entre otros. Vivía en Florida con uno de sus hermanos. “Cuando llegas acá te toca agarrar lo primero que te ofrecen y empezar a abrirte camino hasta lograr lo que te propones”, sentencia.

Edwin junto a su esposa y sus cuatro hijos

Durante un mes trabajó con una familia mexicana, luego conoció a unos salvadoreños que le ofrecieron otro empleo, a este tiempo Edwin no encontraba el anhelado sueño que lo había llevado a dejar a sus hijo en El Salvador.

“He venido a este país para algo mejor”, se repetía en medio de la discriminación que llegaba incluso de personas latinas. Una de sus primeras metas fue aprender inglés, sabía que dominando el idioma las oportunidades serían mejores.

Fue así que se convirtió en enfermero asistente de personas con discapacidad, graduado del Spring School. Para este salvadoreño el tiempo no se detiene y cada segundo que pasa es de constante aprendizaje, mientras trabajaba como enfermero dedicaba otra parte del día para tomar clases como Técnico de Masajes. Sus clientes estaban en los hoteles y spa.

Brandon, de 20, y Alexis, de 18, trabajan junto a su padre

Llegó la oportunidad de crear su propia empresa. En el 2012, junto a un amigo cubano inició su propio negocio, Mantenance & Repair Sevices con el que ahora genera fuentes de trabajo para inmigrantes de diferentes nacionalidades. Ofrece mantenimiento y reparación residencial y comercial en Naples, Florida, una zona conocida por sus comercios lujosos y campos de golf.

Herrera aprendió el oficio en el taller de su padre, “eso me ayudó en mi nuevo trabajo”, asegura. En un inicio trabajaba medio tiempo como Técnico de Masajes y el resto del tiempo se dedicaba a atender a sus clientes en Mantenance & Repair Sevices .

Este salvadoreño es nacido de Concepción de Ataco, en el departamento de Ahuachapán, lugar al que con frecuencia regresa con aportes para su comunidad.

“Cuando tu te pones una meta la puedes alcanzar, si yo fuera corto de espíritu estaría ahora cortando la yarda (la grama). Debes prepararte y seguir adquiriendo conocimientos sin cansarte”, exhorta.

Hace unos años pudo llevar a sus dos hijos a Estados Unidos, Brandon, de 20, y Alexis, de 18, recientemente Brandon se graduó de bachillerato con honores y recibió un reconocimiento otorgado por el Estado de Florida por obtener sus logros en tiempo récord.

“Estoy bendecido con este trabajo”, agrega este hombre de 42 años, convencido de que la perseverancia y el trabajo duro son las mejores armas para alcanzar los sueños, valores que busca enseñar a Kiara (7) y Braeden (6), sus dos hijo menores, nacidos en EE.UU..