“Íbamos preparados para ver personas calcinadas, pero esto es peor”, asegura rescatista guatemalteco

Este es el testimonio que Juan Diego, rescatista guatemalteco le relató a su madre después de una ardua jornada de rescate

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elsalvador.com

Por Hasmed Sermeño

2018-06-06 6:04:49

Nada puede prepararnos para ver el rostro de la muerte, para percibir su aroma o para palpar su rastro. Sobre todo cuando se pisa el terreno de una tragedia. En esa desolación ni siquiera el más experimentado rescatista puede evitar que sus piernas tiemblen, que su corazón se quiebre.

Ese sentimiento de zozobra es el que invade a todos los rescatistas que se encuentran en la búsqueda incesante de encontrar a sobrevivientes, tras la tragedia que afectó a Guatemala luego de la erupción del volcán de Fuego.

“Me dijo, mami no tenés idea, yo solo en las películas había visto esto, porque yo me imaginé la gente calcinada, pero la gente estaba petrificada (…) y cuando los levantamos se caen por pedazos, es como si fuera piedra. Los llevabamos a las lonas y de repente se caía un brazo, un pie”, cuenta la madre de Juan Diego uno de los rescatistas, quien le relató su experiencia luego de su ardua tarea.

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El dolor de la tragedia por poco los tumba, pues según el testimonio que Juan Diego le contó a su madre, el grupo de rescatistas se sentía preparado para ver aquella escena. Sin embargo al llegar a la zona la historia cambió.

“Ibamos preparados psicologicamente que iban a estar calcinados, con aspecto negro, quemados, irreconocibles; pero verlos con sus gestos, con sus ojos abiertos (…) es peor que un teatro de terror”, relató el rescatista.

Pese al escalofriante relato, la madre de Juan Diego aseguró que dio gracias a Dios cuando recibió la llamada de su hijo, para decirle que estaba bien.

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Aunque señaló que hubo momentos del relato en que se le quebraba la voz a Juan Diego; sobre todo cuando habló de la cifra de muertos. “Los datos que ponen ahí son mentiras, no son 65 personas las muertas, son miles. Porque los que ya no se encontraron, ya no se van a encontrar. Ya se retiraron todos los bomberos. Ya se va a declarar un campo santo”, comentó con pesar el rescatista.

Tras relatar su agonía, Juan Diego pidió a su madre “mamá conseguime con tus amistades donde bañarnos, quién nos aloje solo por un rato (…) que nos presten una manguera, nos queremos quitar a los muertos de encima”, decía.

Afortunadamente, Dios puso un ángel en el camino, como bien lo dice la madre del rescatista. Ella asegura que encontró apoyo en una amiga quien puso a disposición su casa para que descansara no solo Juan Diego, sino todos sus compañeros y les brindó alimento.