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Joyas del centro de San Salvador que siguen escondidas entre ventas de la calle

Antes estos edificios resguardaron los comercios más prestigiosos de la ciudad de San Salvador y ahora siguen escondidos en calles llenas de comercio informal que no forman parte del plan de reordenamiento de la capital.

Por Yessica Hompanera | Jun 17, 2022- 14:22

Otro edificio que sigue hundido entre los retazos de tela, láminas y sombrillas es la exferretería Panades que hasta hace algunos años es una tienda de carteras y billeteras que se venden al por mayor y menor. Esta prominente estructura fue construida por el arquitecto Ernesto de Sola en 1942. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Entre las calles del centro de San Salvador, abarrotadas de comercio informal, existen edificios históricos que por largo tiempo no gozaran el privilegio que han tenido los de la calle Rubén Darío, recientemente reordenada por la alcaldía. Estos se resisten a perder su encanto a pesar que la historia de la ciudad los ha rebajado de rango, cuando antes eran sedes de instituciones y de algunos de los almacenes más lujosos de la ciudad. En 14 cuadras entre la 4ta. calle poniente y la calle Rubén Darío, ocultan su gracia entre toldos y láminas.

Edificio Chahín, El Mundo Elegante, Hotel Ritz, Hotel El Palacio, Panades, iglesia El Calvario y el Hospicio de Varones son algunos de los engullidos por el bullicio y la dinámica cotidianidad del centro de la capital. Cada uno cuenta a medias tintas su significado histórico y de un glorioso pasado. En documentos oficiales y académicos no hay mucha información sobre ellos y son los propios vendedores de la zona, en su mayoría adultos mayores, los que guardan algún recuerdo que ayuda a comprender su significado.

El edificio hotel El Palacio, ubicado sobre la Cuarta calle Oriente, luce su esplendor aun rodeado de ventas informales que se han apoderado de la acera. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Sobre la 4ta. calle Poniente está un edificio marcado en su copa con el nombre de “José Chahín”. Perteneció a la familia de migrantes con ese apellido y fue la sede de un almacén de ropa fina bautizado como “Almacén Victoria”.

Una estructura rectangular de dos plantas, con detalles con puertas verticales, ventanas redondas y detalles geométricos en barandales, tintes de la arquitectura modernista del Art Deco, un estilo que se volvió popular entre los años 1920 y 1940.

Nacido en París, se expandió por el mundo hasta llegar a El Salvador, donde en los años 50 aún era una moda. No era extraño que los estilos de moda en las metrópolis accidentales llegaran con cierto retraso. Muchos inmuebles en el Centro Histórico tienen rasgos Art Deco.

Esta es una imagen antigua del exhospicio de varones en San Salvador. Es un sobreviviente de inclemencias del clima, incendios y terremotos. Fue construido a inicios de 1900 para un orfanatorio. Foto EDH/ Archivo

La revista “Arquitectura en El Salvador”, del Colegio de Arquitectos de El Salvador, publicada en 2016, señala que “las nuevas construcciones se realizaban siguiendo las últimas tendencias de estilos arquitectónicos europeos. La ciudad respondía a la electrificación y al creciente uso del automóvil”.

Esta definición encaja con la descripción del arquitecto y docente universitario, Jorge Bustamante. El profesional apunta a que “una parte del crecimiento como nación está en los centros históricos porque es donde se generaban todo y la infraestructura que poco a poco iba creciendo. (…) fue el café, el que hizo revolucionar todo toda la apariencia de la ciudad y era una ciudad realmente como europea”.

Sobre la 4ta calle Poniente está un edificio marcado en su copa con el nombre de “José Chahín”. Perteneció a la familia de migrantes palestinos con ese apellido y que fue la sede de almacén de ropa fina bautizado como “Almacén Victoria”. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Los arquitectos nacionales, centroamericanos y europeos fueron los responsables de montar esta nueva forma de levantar una ciudad.

Ana Gladis de Chacón es comerciante desde hace cincuenta años y tiene su puesto de utensilios de cocina en este edificio.

“Cuando era niña vendía con mi mamá a una cuadra de aquí. Este era un local de ropa de buena calidad y también vendían cosas para la casa. Era muy famoso. Ahora esto pertenece a otras personas”, relata de Chacón.

El edificio con grandes letras que “El Mundo Elegante”. Este fue el último vestigio de un almacén, que al igual que otros durante la bonanza comercial en el centro, aún vive en la mente de los comerciantes de la zona que aseguran que tiene unos 50 años. Foto EDH/ Yessica Hompanera

El establecimiento sufrió cambios poco considerados en su fachada, ya que las puertas y ventanas del segundo piso fueron selladas con cemento para evitar saqueos.

Al frente está el mítico Hotel Ritz Continental, el cual fue uno de los glamorosos hoteles capitalinos. Data de 1971. Ahora se limita a tener un pasillo con negocios de productos varios en la primera planta.

El ingeniero Edgar Granados, uno de los encargados de levantar un estudio topográfico del hotel, señaló en una entrevista radial en 2018 en radio Láser que “el ocaso del hotel por el comienzo de las ventas informales alrededor y poco a poco van asfixiando la dinámica”.

“Es un contraste bastante marcado desde que se entra al hotel porque la fachada, peatonal y vehicular, está llena de ventas y una vez dentro de él, uno de los primeros choques fue que cada una (de las habitaciones) era diferente, con distribuciones diferentes”, señaló en la misma entrevista la arquitecta Alejandra Regalado.

Bustamante analiza que las ventas ambulantes en estos espacios son porque “no hay espacios apropiados para ellos” por lo que apunta a que las autoridades competentes tienen que “que pensar cómo podemos atender esta necesidad de la venta en lugares que estén diseñados y construido justamente para eso”. El arquitecto apunta a que despejar las ventas y reordenarlas implicaría un regalo a la ciudadanía: devolver la ciudad al transeúnte.

Un centro de lámina

Desde la entrada principal del Mercado Central, entre la Sexta calle Poniente y la 29 de Agosto, hay una vista sobre un mar de techos de láminas oxidadas, y sobre ese mar se levantan el edificio del antiguo almacén El Mundo Elegante, la iglesia El Calvario y el ex hospicio. Aquí no hay señales de la llegada de algún reordenamiento.

El edificio con grandes letras de “El Mundo Elegante”. Este fue el último vestigio de un almacén, que al igual que otros durante la bonanza comercial en el centro, aún vive en la mente de los comerciantes de la zona que aseguran que tiene unos 50 años.

“La gente compraba ropa y cosas bien de lujo, por algo tenía ese nombre”, dijo una vendedora. Ahora se ha convertido en un comercio de artículos variados para el hogar en la primera planta y el resto sirve de bodega. Foto EDH/ Yessica Hompanera

“La gente compraba ropa y cosas bien de lujo, por algo tenía ese nombre”, dijo una vendedora. Ahora se ha convertido en un comercio de artículos variados para el hogar en la primera planta y el resto sirve de bodega.

Una cuadra más adelante se juntan la iglesia El Calvario y el Hospicio de Varones. Ambos son sobrevivientes de inclemencias del clima, incendios y terremotos. Este último fue construido a inicios de 1900 para un orfanatorio. Posteriormente fue utilizado como sede de distintos juzgados, de oficinas del mercado y puestos de vendedoras hasta que se construyó el mercado Sagrado Corazón.

Esta es una vista del ex hospicio de varones frente a la iglesia El Calvario. Una joya arquitectónica que está adornada por las ventas hechas de lámina y telas. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Luego fue pedido por las mismas vendedoras para que fuera una guardería que funciona hasta la fecha. Todo el edificio está construido con la misma técnica usada en el viejo Hospital Rosales: lámina troquelada y estructura de acero, todo fabricado en Bélgica e importado en barco al país como un edificio prefabricado. En aquel entonces era un método de construcción muy de vanguardia.

La iglesia El Calvario tiene una hermosa arquitectura gótica y frente a ella está el ex hospicio de varones, ambas permanecen abarrotadas de ventas informales. Foto EDH/ Yessica Hompanera

La iglesia El Calvario, por su parte, ha pasado diversas transformaciones desde que se colocó el primer cimiento en 1660, pensado en ser la sede para los eventos de Semana Santa. Es la más antigua del país y se caracteriza por su arquitectura gótica, símbolo de toda la zona.

Otro edificio que sigue hundido entre los retazos de tela, láminas y sombrillas es la exferretería Panades. Es ahora una tienda de carteras y billeteras que se venden al por mayor y menor. Esta prominente estructura fue construida por el arquitecto Ernesto de Sola en 1942 y está ubicada entre la calle Arce y Primera avenida Norte, atrás de catedral metropolitana.

Otro edificio que sigue hundido entre los retazos de tela, láminas y sombrillas es la exferretería Panades que hasta hace algunos años es una tienda de carteras y billeteras que se venden al por mayor y menor. Esta prominente estructura fue construida por el arquitecto Ernesto de Sola en 1942. Foto EDH/ Yessica Hompanera

El investigador de patrimonio arquitectónico, Dylan Magaña, señala que este fue inaugurado hace 80 años y según sus archivos el lugar donde fue edificado constituyó una manzana donde fue la antigua cárcel del “Cuartel Fijo de San Salvador”.

Esa es “antigua guarnición militar donde los guardias de esa prisión dieron muerte al prócer Santiago José Celis a los 32 años”, señaló el arquitecto.

El flujo de personas es abrumante a cada hora del día y las láminas de toda la zona evitan contemplar la majestuosidad de la historia arquitectónica.

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