Aglomeración y sin medidas de distanciamiento por entrega de paquetes en el Centro Histórico
Al inicio se guardaba la debida distancia; pero no al final, cuando se hizo evidente que no habría paquetes para todos. Algunos se apretujaban para conseguir uno.
“Ni una vez me han dado. Ni en mi casa ni a mí. Ni una vez me han dado”. Esa era la queja de una septuagenaria que ayer hizo fila para llegar a una de las esquinas de la plaza Libertad, la del portal La Dalia, donde fueron repartidos cientos de paquetes con alimentospor personal del Ministerio de Trabajo custodiado por decenas de agentes de la PNC. El reloj marcaba las 12 meridiano y en la esquina opuesta, en la acera adyacente a la iglesia El Rosario, un grupo de ebrios conversaba y custodiaba los paquetes que habían recibido minutos antes.
En la esquina donde fueron entregados los paquetes, aún había decenas de policías que custodiaban los últimos que quedaban delante de una larga fila de personas que se apretujaban ansiosas, pues temían que los paquetes se terminaran antes de que ellos llegaran hasta el punto de entrega.
Quejas y acusaciones se escucharon cuando un agente de la policía explicó que ya no había más paquetes que entregar, porque la veintena que aún se veían amontonada sobre la acera frente al portal La Dalia le pertenecía a “la directiva” de vendedoras de la zona.
Una de las vendedoras que no consiguió que le entregaran un paquete aseguró que a dos cuadras de ahí le habían ofrecido uno por 80 dólares. Otros se quejaban porque vieron a un hombre que se alejaba con dos paquetes de alimentos al hombro. “¡Usted consiguió dos porque se puso a ayudar. El que parte y repartes se lleva la mejor parte!”, le dijo una mujer con sarcasmo.