Al principio se trataba de reunir a un grupo de mujeres jóvenes del municipio de Apopa que hubiesen abandonado la escuela.
En el camino, la idea de ofrecer información académica para que obtuvieran el título de bachiller se quedó corta y debió ser impulsada con que, además, ellas lograran desarrollar habilidades emocionales y financieras básicas que les permitieran mejorar su nivel socioeconómico.
Y es así como, después de tres años de experiencias y aprendizaje, Walmart de México y Centroamérica graduó a la primer generación del programa Mi Primer Empleo.
Un proyecto en el que tanto organizadores como participantes y sus familias, reconocen que tiene potencial de cambiar vidas.
“Pensábamos que se trataba de darles la información de las materias para que ellas lograran sacar su bachillerato, pero nos dimos cuenta que primero necesitábamos pasar por un programa de motivación porque aunque estaban ahí, queriendo cambiar sus vidas, era como que no se lo creían”, reconoció la gerente de Asuntos Corporativos de Walmart, Claudia de Ibáñez.
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Le pedirán al presidente electo, Nayib Bukele, impulsar estrategias para recuperar la caficultura y financiamiento sostenible.
“Su entorno mismo les hacía pensar que ellas no lo iban a lograr o que no eran capaces de hacerlo”, añadió.
Según la cadena de supermercados, el programa Mi Primer Empleo se convirtió en una propuesta de inversión social para lograr reducir las vulnerabilidades en las que viven las jóvenes de Apopa, una localidad en la que la población femenina refleja un índice de escolaridad promedio bajo, sobre todo por embarazos prematuros, violencia de género y analfabetismo.
Por eso, desde 2016, en asocio con Glasswing Internacional, Walmart dedicó tiempo y recursos para involucrar a jóvenes en esta situación.
Además de la intrucción escolar, las jóvenes recibieron adiestramiento en habilidades para la vida como valores y gestión personal, preparación y presentación de una entrevista de trabajo, entre otros temas.
Las participantes asistieron a clases en modalidades flexibles, los sábados y refuerzo durante la semana; recibieron materiales y hasta apoyo en el cuidado de sus hijos mientras estudiaban.
“Este programa nos da la oportunidad de trabajar con mujeres jóvenes que están atravesando momentos de dificultad pero que también tienen un gran potencial (…) ellas ahora pueden realizar sus aspiraciones”, destacó la cofundadora de Glasswing, Celina de Sola.
Todo un reto
Con la información “no tan ordenada”, el riesgo latente de los traslados en la zona sumado a los problemas emocionales y de autoestima, que limitaban a las jóvenes a acercarse y que algunas incluso no tenían aprobado ni el noveno grado, el proceso de reclutamiento tomó más tiempo y en el camino provocó algunas bajas.
Aunque se recuperaron los cupos, solo cuatro de las que llegaron a la primera convocatoria, se graduaron.
Para premiar el esfuerzo, Walmart les entregó diplomas de perseverancia. El día de la acto de graduación, ataviadas con sus mejores ropas, una toga y birrete ocre, las jóvenes posaron cuanto pudieron para las fotos. Se les veía contentas, deshinibidas, agradecidas y, sobre todo, esperanzadas.
“Vi el anuncio en la calle y fui”, Blanca Hernández
La joven, que cursaba octavo grado cuando salió embarazada, pensó que sin estudios y con una hija, sus oportunidades de superarse y trabajar eran las mínimas. Ahora Hernández no solo tiene un título de bachiller y un empleo en la planta de carnes de Walmart, sino que le entusiasma estudiar Administración de Empresas en la universidad.
“Yo pensaba que solo era para trabajar”, Jocelyn González
En enero de 2016, su tía vio una publicación de “Mi Primer Empleo en Walmart” en el periódico y le dijo que fuera. González, de 27 años, reconoció que no se imaginó que no solo le darían nivelación académica hasta culminar su bachillerato, sino que le enseñarían a prepararse y desenvolverse como una mujer segura y determinada en una entrevista de trabajo.