“Un día me quisieron ver de menos, pero eso lo tomé como un reto": dueña de la funeraria Monte Tabor, dirigida por mujeres
Sandra Cañénguez, de 48 años, tenía en mente desde los siete años que quería ser dueña de un negocio y a los 33 años lo logró. Fundó y es propietaria de la funeraria Monte Tabor, con la que ha sacado adelante a sus hijos.
Sandra Cañenguez junto a Elsa Gloria Mejía lideran la Funeraria Monte tabor.
Foto EDH/ Francisco Rubio
Ellas pasan la mayoria de su tiempo en el carro funebre "A veces solo una fruta almorzamos" Foto EDH/ Francisco Rubio
Ellas se encargan se acomodar los cuerpos dentro del ataud y llevarlos adonde el cliente se lo pida.
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Sandra busca que sus ataudes siempre sean los mas bonitos, aunque eso le genere un costo extra pero busca que sus clientes se sientan felices.
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Elsa Mejía ayuda a descargar los materiales para realizar una vela.
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Muchas veces deben de ingresar a lugares que no tienen acceso vehicular por lo que cargan con sus materiales por largos tramos.
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Entre ellas dos son secretarias, contadoras, organizadoras y más.
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Sandra vive dentro de la funeraria junto a sus dos hijos. Sus unicas pertenencias son una cama, sus prendas, una biblia y un silabario, Foto EDH/ Francisco Rubio
Ya que Sandra no tiene a alguien que cuide de sus pequeños, ella se los lleva a sus servicios funerarios.
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Para sus hijos la muerte ya es algo natural y no le tienen miedo.
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Sandra cuenta con vendedores externos que le ayudan a llegar a más personas. Ocasionalmente ellos la acompañan.
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En su equipo de trabajo solamente se encuentra un hombre, quien se encarga de llevar los números del negocio.
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Sandra le pone su toque femenino al trabajo de la funeraria. "A veces toca hacer tambien de psicologa" dice despues de calmar a una de sus clientas, quien perdió a su hijo.
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"Así se han criado ellos, entre estas cajas" comenta Sandra. Sus hijos conocen el negocio y el plan a futuro de Sandra es que ellos sean dueños de la funeraria.
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Luego de un arduo día de trabajo, Sandra disfruta un café junto a Elsa. "Hemos trabajado duro, así que nos merecemos un cafecito" comenta entre risas Sandra.
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