Fotografía: Estos objetos son el único recuerdo de las víctimas de El Mozote
Madres, padres, hermanos, tíos, tías, primos y primas masacrados en El Mozote y lugares aledaños dejaron un vacío en la vida de sus familias. Entre estas, pocos conservan objetos que pueden dar fe del paso de sus seres queridos por este mundo.
Por Jessica Orellana
2020-12-10 9:46:55
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Orlando Márquez huyó de Morazán justo un año antes de la masacre. La última vez que vio con vida a su padre, aprovechó para mandarle saludos a su madre y a sus dos hermanas menores: Edith Elizabeth Márquez García, de 8 años, y Yesenia Yaneth Márquez García, de 18 meses.
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Orlando ha logrado conseguir varios objetos que le recuerdan a su familia. Un corbo mohoso que perteneció a su padre, Santos Márquez, le recuerda las jornadas cuando hilaban henequén, para luego venderlo.
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Dentadura postiza de una víctima de El Mozote encontrada en los cimientos de la casa de Orlando Márquez, en El Mozote. Foto EDH / Jessica Orellana
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El vestido de Yesenia, una de las hermanitas de Orlando, adorna las paredes de la casa resguardado entre un marco de madera y una placa de vidrio. El pequeño vestido fue encontrado junto a otros objetos, pero tiene un gran valor porque Orlando lo compró meses antes de la masacre para su hermana. Años después lo encontró junto a los restos de su familia en el patio de la casa.
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María de la Cruz Argueta: “De mi padre no tengo nada, todo se quemó”. “Nosotras por puro milagro estamos contando la historia, porque ahí la Fuerza Armada nos sacó, nos dijeron que si no salíamos nos iban a matar”, María de la Cruz Argueta recuerda que tenía diez años en el momento de la masacre en el Cerro Pando: “Yo en ese momento entendía lo que estaba pasando, quizás no en su totalidad, pero sí entendía”.
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Rosario López: “Nosotras por puro milagro estamos contando la historia, porque ahí la Fuerza Armada nos sacó, nos dijeron que si no salíamos nos iban a matar”, María de la Cruz Argueta recuerda que tenía diez años en el momento de la masacre en el Cerro Pando: “Yo en ese momento entendía lo que estaba pasando, quizás no en su totalidad, pero sí entendía”.
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Rosario López perdió 24 miembros de su familia en un solo día y esperó 27 años para poder enterrarlos. De ellos solo conserva un marco con dos fotografías que con el tiempo logró sacar de unas cédulas de identidad de su hermana y de su padre: Priscila e Ismael López.
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Amadeo Martínez Sánchez: “Lo único que me ha quedado de mi madre es esta piedra de moler que mi padre escondió antes de huir de la casa.
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José Amparo Martínez, de 69 años, quien huyó de La Joya junto con su esposa y sus cuatro hijos cuando comenzó el ataque, recuerda que cinco días después supo de la muerte de su madre Felipa Martínez (en la foto) y cinco sobrinos.
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José Diaz: “Ellos eran inocentes, no merecían morir así”
“Mi hermano se dedicaba a la agricultura, tenía cinco hijos y su esposa…”
En los escombros que quedan de la casa donde vivían su hermano y su familia, José ha colocado una cruz y al pie de esta conserva unas suelas de zapato. Dentro de su casa, en un recipiente, guarda la placa de su cuñada: “Esto es lo único que tengo de ellos”.