Los pueblos de Chalatenango y Cabañas que resurgieron tras la destrucción del conflicto armado

A 28 años de la firma de los Acuerdos de Paz, Nueva Trinidad, Arcatao y Cinquera, son algunos de los pueblos duramente golpeados por la guerra civil que todavía luchan por la reconstrucción.

Por Menly Cortez

2020-01-05 11:00:44

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Nueva Trinidad en Chalatenango es uno de los municipios que aún lucha por levantar los escombros y curar las secuelas que dejó la guerra.
El pueblo durante la guerra fue destruido con bombardeos y masacres, muchos huyeron del lugar convirtiendo a Nueva Trinidad en un pueblo fantasma.
Foto EDH/ Menly Cortez
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Julio Rivas uno de los primeros habitantes que llegó a Nueva Trinidad desde el albergue Mesa Grande en Honduras, comenta que al paso de los días que llegaron al lugar se dieron cuenta que vivían bajo un cementerio y comenzaron a encontrar los cadáveres de los antiguos pobladores del lugar.
Rivas fue uno de los niños que en ese entonces quedó huérfano de la guerra, pues su madre, tías y primas fueron asesinadas.
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En Nueva Trinidad se realizaron exhumación en varios lugares del casco urbano, al encontrar los cuerpos, los nuevos residentes y familiares de personas muertas decidieron enterrar al rededor de 100 cuerpos bajo el kiosco del parque central.
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Algunas casas del caso urbano de Nueva Trinidad conservan pinturas alusivas a las lucha contra la explotación de los campesinos y el derecho a la tierra.
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Rivas, uno de los principales colaboradores de la Casa de la Cultura del municipio que se encarga de mantener viva la memoria histórica, comenta que los habitantes no olvidan las atrocidades que dejó el conflicto y tratan de mantener en la memoria los hechos para que no vuelvan a ocurrir.
Tras e parque central se ubica un árbol de copinol donde según este rotulo el sargento León de la Fuerza Armada torturó a los habitantes del pueblo.
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La iglesia de Nueva Trinidad fue reconstruida después de la guerra, como campana para anunciar las misas se utilizan los restos de una bomba. Rivera comentó que comunidades aledañas ayudaron a la reconstrucción de Nueva Trinidad y que éste proyecto no concluyó hasta el año 2000 cuando después de años de abandono lograron la conexión del agua potable.

Foto EDH/ Menly Cortez.

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Cinquera en el municipio de Cabañas es recordado por ser uno de los más afectados por los bombardeos combates entre guerrilla y fuerza armada en los años ochenta, prueba de ello, son 3 bombas de 700 y 1, 000 libras que se encuentran en la entrada de la iglesia del pueblo.
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Cinquera después de los acuerdos de Paz
Carmelo Pantaleón Noyola Rivera, actual alcalde del municipio de Cinquera, fue uno de los niños que hace 40 años dejaron los juegos y fueron motivados a tomar un fusil, el recuerda que la pobreza con la que creció de niño lo impulsó a tomar esa decisión; sin embargo, al entrar como combatiente se dio cuenta que fue peor, pues pasaba varios días sin probar bocado.

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Cinquera es uno de los municipios que le apuesta al turismo como uno de sus ejes de desarrollo. Actualmente posee un museo que se construyó a base de decenas de vestigios, fotografías y donaciones de ex combatientes con los que muestran a sus visitantes comó se vivió la guerra en el lugar.
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Foto EDH / Menly Cortez
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Según Israel Cortez, investigador de historia, Cinquera era de los pocos lugares donde habían patrullajes cantonales, en 1980 la población del municipio comenzó a organizarse y eso fue lo que causó la represión donde torturaban a los pobladores para obtener información.
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Eva Barahona fue una de las desplazadas en tiempo del conflicto, al culminar éste, regreso a Cinquera y comenzó a coleccionar vestigios, fotografías y pinturas de sus amigos y familiares, “de esta manera los recordamos y les demostramos que los extrañamos”, comento.
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Arcatao era considerado un bastión del FMLN en tiempos de la guerra lo que provocó que sus pobladores fueran masacrados, que las casas quedaran abandonadas y que muchas de ellas fueran usurpadas por la guerrilla y la Fuerza Armada.
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María Castillo miembro del consejo municipal de Arcatao comentó que ante la represión el pueblo se organizó en pequeñas células guerrilleras, lo que provocó que el pueblo se volviera un punto de ataque y combate.
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Actualmente el ambiente de Arcatao es de paz y tranquilidad, lo que hace difícil imaginar el abandono y la violencia que se vivió en sus calles.
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Arcatao fue uno de los pueblos donde la mayoría de sus habitantes fueron a refugiarse a Honduras, uno de estos albergues fue La Virtud a ocho kilómetros de Arcatao.
Foto EDH/ MUPI- Giovanni Palazzo
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De la guerra logró sobrevivir mucho de la antigua arquitectura de los portales que rodean el casco urbano de Arcatao, actualmente son considerados para los pobladores un patrimonio cultural del lugar.
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