Los peligros que enfrentan a diario los migrantes en Caborca, México
Caborca, una pequeña ciudad al noroeste de Sonora, y con una población de aproximadamente 29 mil 922 habitantes, se ubica a 220 kilómetros de la frontera México con los Estados Unidos al lado el desierto. En este lugar se estacionan muchos migrantes salvadoreños, hondureños y guatemaltecos, esperando una oportunidad para cruzar el desierto que los conduce a Estados Unidos.
Dalio Castillo Martínez es un exsoldado que prestó su servicio militar en la Fuerza Aérea desde 1982 hasta 1988. Dalio ha emprendido su viaje a el “sueño americano”, junto a su perro “Niño”, ambos caminan decenas de kilómetros diarios para cruzar a toda costa la frontera entre México y Estados Unidos. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Los rieles son sus sillas en donde disfrutan sus alimentos y recobrar energías para seguir en busca del sueño americano. Foto/Mauricio Cáceres
El único albergue situado en la ciudad de Caborca, donde todos los inmigrantes arman sus propios lugares donde permanecen hasta llegar la hora de seguir su camino hacia Estados Unidos. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Para cruzar este desierto los migrantes caminan 4 días. Foto EDJ/Mauricio Cáceres
Los encargados del albergue se mantienen de donaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, que les ayuda con servicios sanitarios y llamadas gratuitas. La comida oficial en este lugar son los frijoles y el arroz. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Este albergue es solo un predio en donde los mismos migrantes hacen sus propias cosas con plásticos, algunos de ellos rotos. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Los que no lograron comer, traen sus propios alimentos y los cocinan bajo el sereno de la noche. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Muchas veces les toca dormir en grupos de hasta diez en el suelo, solo con carpertas o plásticos que ponen. Según manifiestan cuando es época helada sufren por el frío las temperaturas descienden a cinco grados. Foto/Mauricio Cáceres
México pondrá en marcha una estrategia migratoria acorde al respeto de los derechos humanos y el desarrollo. Foto EDH/Mauricio Cáceres
En las afueras de Caborca también llegan buenos samaritanos a dejarles desayuno todos los días a lo migrantes. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Los migrantes reciben su alimentación y tienen la opción de comprar sus propios alimentos en el albergue. Foto EDH/Mauricio Cáceres
José Alvarado Pineda, de 46 años, originario de Mejicanos, San Salvador disfruta de unos ricos frijoles que recibió en el Albergue. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Los migrantes pasan entretenidos después de llegar de trabajar y otros que buscan cruzar la frontera. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Las tiendas de campaña no tienen habitaciones con paredes reales. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Este albergue no tiene suficientes baños para que los migrantes hagan sus necesidades ni duchas, es un proyecto que el CICR tiene para ayudar a mejorar las condiciones higiénicas. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Los coyotes son uno de los tantos peligros que los migrantes en ruta que deben evitar, culebras venenosas y el largo trayecto para llegar. Foto EDH/Mauricio Cáceres
Ramiro Hernández, se cruza entre tiendas donde duerme todos los días esperando una oportunidad para seguir su viaje a Estados Unidos. Foto EDH/Mauricio Cáceres
El ex soldado sigue su marcha con la fe que un día estará en suelo americano donde se reunirá con sus hijos y su mayor anhelo es conocer a sus nietos dijo. Foto EDH/Mauricio Cáceres
