Juan Laínes, el octogenario vendedor del hospital Rosales que nadie escucha
Don Juan perdió la voz luego de sufrir un derrame; sin embargo, esto no lo detuvo para seguir trabajando en los alrededores del hospital Rosales donde comercializa accesorios desde hace más de 20 años
Juan Francisco Laines es un vendedor de accesorios de 83 años que a diario se concentra en los alrededores del hospital Rosales en San Salvador para ganarse algunas monedas.
Foto EDH/ Menly Cortez
Desde hace 20 años con una sonrisa, sentado en su banco permanece vigilante de cada uno de los movimientos de los peatones.
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El adulto mayor llega a la zona desde antes de las 7:00 de la mañana para arreglar su puesto. Foto EDH/ Menly Cortez
Peines, colas y carteras, entre otros accesorios que van desde $0.25 son los que le ayudan a cubrir parte de sus gastos.
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Juan no pasa desapercibido para sus clientes y compañeros vendedores, pues su actitud amable y optimista que demuestra es una de sus principales características que invitan a comprarle un artículo.
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Pero don Juan no ofrece su producto como el resto de los vendedores que alzan la voz, ya que hace 3 años sufrió un derrame mientras trabajaba que como secuela le dejó la pérdida del habla.
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A pesar de su discapacidad de lenguaje él siempre encuentra la manera de explicar el precio de sus artículos.
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Algunos transeúntes crean empatía con él y en ocasiones le regalan un café con una “Maria Luisa”, su pan dulce favorito.
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Según comentan los vendedores, el octogenario lleva vendiendo desde hace 20 años en las cercanías de la entrada peatonal del Rosales.
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Hace más de 20 años don Juan trabajaba en una empresa que se dedica a la fabricación de productos lácteos y por su edad fue indemnizado; sin embargo, no tiene beneficios de pensión ni Seguro Social.
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En El Salvador la población adulta (hombres y mujeres) entre los 80 a 84 años es de 67,186, de los cuales Juan forma parte de los 28,030 hombres que se encuentran entre ese rango de edad
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A pesar de la falta del habla don Juan es muy independiente y sabe manejar su negocio.
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A Juan, sus familiares y compañeros que venden en la zona, lo ven como un ejemplo a seguir para los jóvenes.
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