Las fotografías inéditas de la tragedia en Las Colinas captadas minutos después del terremoto de 2001

Estas imágenes nunca habían salido a la luz y vienen del lente del primer fotógrafo que llegó al lugar. Son fotografías inéditas que recuerdan la tragedia del terremoto del 13 de enero de 2001.

Por Mauricio Cáceres

2020-01-01 7:04:27

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El fotoperiodista salvadoreño Mauricio Cáceres tuvo la primicia de la tragedia del deslave en Las Colinas en Santa Tecla, no por su suerte, sino porque él vivía ahí. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Eran las 10 de la mañana del trece de enero de 2001, un sábado. Hacía un fuerte viento, y mi hermano William llegó a mi casa para que yo le ayudara a hacer un currículo para concursar en un trabajo que el deseaba mucho. Anduvimos en todas Las Colinas buscando un negocio donde poder imprimirlo, hasta que lo logramos. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Me despedí de William y me fui a mi casa. Ya eran las 11 de la mañana y junto con mi hijo Ángel, que tenía solo tres años, teníamos planeado ir a traer a mi esposa a la salida de su trabajo. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Yo estaba poniéndome un short azul de tela de jeans cuando Ángel empezó a gritarme ¡papi apúrate! cuando sintió el inicio del terremoto. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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La casa se movía como si un gigante la tuviera en sus manos y la sacudiera, pero entre golpes en paredes y muebles logré llegar a donde estaba mi hijo y mi cuñado, Sergio, y la muchacha que nos ayudaba en la casa. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Todos nos quedamos debajo del marco de la puerta de la entrada principal ya que enfrente de la casa estaba un muro de unos siete metros de alto que se mecía violentamente y pensé que podía caer sobre nosotros. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Se escuchó un estruendo muy fuerte mientras nos abrazamos. La piel se me erizó y me encomendaba a Dios porque presentía que algo se nos venía encima en cualquier momento. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Se escuchaba un ruido como de grandes cantidades de grava cayendo sobre una lámina gigante, ese sonido siempre lo tengo clavado en mi memoria. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Después que terminó todo se vino un gran silencio. Estábamos rodeados de escombros. Con cuidado saqué a mi hijo, a mi cuñado y a la muchacha. Todos estaban asustados y en shock. Caminamos hacia el bulevar Sur y fue donde nos dimos cuenta de la magnitud del desastre que había pasado y del que salimos con vida. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Casi toda la colonia estaba soterrada bajo unos doce metros de tierra suelta y húmeda. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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No se veía ni una casa, vi árboles enormes con sus raíces de fuera. Después de unos minutos reaccioné y le dije a mi cuñado que se llevara a mi hijo adentro de mi carro parqueado en el bulevar y les dije que yo los buscaría después. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Regresé a la casa que se había partido en dos para sacar mi cámara, una Yashica análoga, y busqué en mi bolsa de fotografía que solo tenía tres rollos Kodak de 400 ASA. Salí para tomar las primeras imágenes. Gente de los alrededores empezaba a llegar curiosear y no había aún ningún medio informativo. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Varias personas que encontramos ya habían muerto. Empecé a tomar fotos de todo lo que pasaba a mi alrededor sin pensar mucho. No sentí el tiempo y de repente todo el lugar estaba lleno de gente que venía a ayudar a rescatar y de fisgones. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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De repente de lejos vi entre la gente a mi esposa llorando porque no sabía nada de nosotros. Cuando me vio empezó a correr hacia mí entre la tierra lodosa y nos abrazamos como si tuviéramos años de no vernos. Lo primero que preguntó fue que dónde estaba Angelito. La calmé y le dije que todos estábamos bien gracias a Dios. Ella pensó que podíamos estar soterrados. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Mis compañeros de trabajo que sabían que yo vivía en Las Colinas también pensaron que yo había podía haber muerto y no hubiera sido raro. Cuando me presenté al trabajo, no faltaron los abrazos y la solidaridad de todos, por lo cual siempre estaré agradecido. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Fueron momentos duros para toda la comunidad. Murieron familias enteras. Tengo muchas historias en mis recuerdos de ese día, una de las que más me impresionó fue la de cuatro hermanas que venían de distintas partes del extranjero para reunirse en Santa Tecla y todas murieron ahí juntas. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Era realmente duro ver a los padres recoger a sus hijos llenos de lodo, ya muertos, a parientes escarbando con sus manos para encontrar a sus seres queridos. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Había tantos muertos que hasta se hizo una fosa común en el Cementerio General de Santa Tecla donde varios fueron enterrados como desconocidos porque sus cuerpos quedaron irreconocibles. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Entre la tierra salían partes humanas de todo tipo. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Vi muchas cosas desgarradoras a mi alrededor que solo daban ganas de llorar, porque yo crecí en ese lugar cuando aún eran solo fincas. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Las fotografías que tomé las revelé en un fotolab y después de un tiempo las guardé en una gaveta y incluso se dañaron un poco por la humedad. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Nunca las había publicado antes. No me sentía cómodo para hacerlo porque tienen mucho significado personal. Mucho dolor. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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Lastimosamente yo fui el primero en estar en el lugar y no por mis propios méritos como reportero o por haberlo deseado, fue porque yo vivía precisamente en ese lugar. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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En la fotografía se ve la única casa que sobrevivió ante la tragedia. Foto EDH/ Mauricio Cáceres
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